No es lo mismo un sueño
que un objetivo o una meta.
Soñar no es símbolo de inmadurez.
La inmadurez es, más bien, conformarse con soñar
y no esforzarse por materializar lo soñado en el mundo real.
Detrás de cada acontecimiento humano
que ha cimbrado a la humanidad
hay un sueño de un visionario...cristalizado.
Los espíritus pequeños se fijan metas y objetivos.
Los objetivos viven en la mente racional
y, por consiguiente, son volátiles.
En cambio, los sueños se anidan de modo virulento
en cada molécula de nuestra alma
y toman control de ella.
Los visionarios primero sueñan
y, al hacerlo, llevan su sueño, su meta inicial,
hasta lo más recóndito de su alma.
Ahí se viste de emociones
y surge un deseo irrefrenable
de realizarlo...
a veces hasta el límite de la vida
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