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Me dueles tú, en silencio, sin quejido, como duelen la nube, el bosque, el día desde la celda de la cárcel; mido por lentos calendarios mi agonía.
Me dueles en la mente que te piensa, me dueles en el alma y en la piel, en la añoranza, cada vez más densa, y en esta mi existencia de papel.
Brevería Nº 1600
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Añoranza Añorarte a diario es mi tarea, envidiable quehacer el que mantengo; de la mente al sentido voy y vengo, te piensa aquélla y éste te desea.
Mi imperceptible abrazo te bordea, e indefinidamente te retengo para obtener de ti lo que no obtengo, contacto, impulso, todo pura idea.
De mis dos corazones, el primero no cesa de sangrar, mientras espero la fecha en que el destino nos reúna.
El otro corazón, el subalterno, late también por ti, tiene su infierno de inútil rigidez inoportuna.
Los Angeles, 26 de enero de 2005
Soneto Nº 1222
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