Hoy me di cuenta que lo que llamo felicidad no es una línea, sino segmentos que se acompañan de retos y caídas que me hacen apreciar ese pedacito en la línea. No puedo decir que soy feliz siempre, pero sí que en momentos he logrado sentirme pleno y esos momentos son los que me hacen levantarme tras las dificultades, tras esos segmentos de infelicidad que también son imprescindibles, tanto como lo bello de la vida. Hoy aprendí que ser fuerte se aprende y se logra solo cuando te das la oportunidad de serlo, cuando te comprometes contigo mismo a recomenzar, a olvidar, a intentar o dejar de hacerlo, cuando por fin has decidido ser feliz
Creo que la obtención de "felicidad" es casi una obligación impuesta. Cuando somos padres les decimos a los hijos, quizás con demasiada frecuencia: "lo único que deseo es que sean felices" y lo que se logra con eso es que se sientan frustrados si no lo logran. Me remito al poema de Borges en el cual se reconoce "culpable" de no haber sido feliz, como le era impuesto. Y cuando somos hijas/os, la felicidad consiste en que los padres no nos jodan.
Es posible que el estado de calma y satisfacción consigo mismos, parecido a la felicidad, lo obtengan personas que lo trabajen muchísimo, como en el budismo. Por mi parte reconozco que hay momentos felices, fugaces y que llegan solos, casi de la nada, dependiendo del funcionamiento de las hormonas.