Hace poco más de 4 años Enrique heredó de su abuelo una antigua casa ubicada en privada de Catalina de Ayala junto a la calle Álvaro Obregón.
Enrique: Pues la casa esta medio abandonada, pero es amplia, se ve muy bien, mira como allá arriba para rentarles a una familia para no estar solo. Ahhh mira el sótano esta pero magnífico para meter aquí todos mis tiliches, a ver si caben, pero yo digo que sí.
La primera noche le causaba mucha emoción pero no sabía que esa emoción se convertiría en una experiencia macabra.
Enrique: ¿Que pasa? Hay unos ruidos muy extraños, anda por ahí un ratero o algo que se hayan brincado, no pero se oye muy distintos. A ver deja ir a ver. Ahi voy a ver. Bueno pues ya vi que no, se escuchaba algo por ahí, pero de todos modos, ya que estoy aqui me voy a hechar unos chupes, me va a dar más valorsito por si es alguien.
Enrique sintió que un frio helado le recorria todo el cuerpo.
Enrique: ¿Quien anda ahí? ¿Quién? ¡Contéstame! A mi no me asustan mis cuates, eh, ¿Quién eres tu?
Frente a él se encontraba una jóven de aproximadamente 16 años, tenía el cabello rubio y largo y su rostro estaba completamente pálido, sus labios morados, la ropa desgastada. Enrique subió corriendo las escaleras y se encerró en su cuarto. En plena madrugada y tomando coraje, bajo las escaleras y esperó a que ella apareciera.
Él no entendía lo que pasaba pero algo hizo que la siguiera.
Enrique: Al sótano, sí, ahí va.
La chica con los ojos llenos de lágrimas se detuvo frente a una pared y se desvanecio frente a la misma. Enrique empezó a mirar detenidamente el muro y a tocar los ladrillos cuando de repente uno de ellos se salió. Así pudo darse cuenta de que ese sector de la pared era hueco. Siguió sacando los demás ladrilos y así se encontró con lo que buscaba.
Enrique: ¿Que? ¿Carbón? ¡No! Solo trozos de carbón, maldita sea. Un papel, tiene algo escrito, sí, "Cuando un tesoro enterrado es destinado para tí, en él encontrarás oro y cosas valiosas. Pero si no, solo encontrarás tierra de panteón y trozos de carbón húmedo. Mas sin embargo, cualquiera que sea tu suerte una vida será cobrada para poder liberar al alma que cuida este tesoro".. Puros trozos de carbón, que recompensa, huesos y todo esto, ¡No'mbre! Ahorita los agarro y los tiro a la basura.
Enrique salió a la calle con un gran bulto entre los brazos y lo arrojó con fuerza cerca del contenedor de la esquina, pero al regresar a casa.
Enrique: ¿Qué pasa?
Recibió la más tremenda de las sorpresas.
Enrique: Los huesos que fui a tirar, no puede ser, no, no puedo ser, ¿Cómo regresaron? ¿Tú, otra vez tú? !Largo, largo!
Del hueco salia aquél ser de pesadilla y detrás de ella otros seres extraños mutilados por el paso del tiempo y por lo podrido de su carne. Cuando encontraron el cuerpo de Enrique tenía el rostro desfigurado por el terror, su cuerpo estaba mutilado y regado por todo el sótano y encontraron una de sus manos que sostenía con fuerza un trozo de carbón húmedo