Hola a tod@s, provista de un pisco sour perfecto, unos trocitos de queso mantecoso y galletas saladas, vengo a comentar este tema de “dormir contigo”. Es una canción hermosa, llena de evocaciones, en fin, tan perfecta como el sabor de lo que estoy tomando. Pero no puedo reprimir el recuerdo de aquellos tiempos cuando en la mañana le echaba una mirada a la cama de 1.05 m que había compartido con mi marido en tiempo de vacas flacas y me preguntaba, perpleja, como era posible que pudiéramos dormir en espacio tan exiguo. Mi único anhelo era tener otra cama igual, sin tener que compartirla. No, no era el único anhelo, sino que pudiéramos tener una habitación para cada uno.
La cama doble es para los primeros tiempos del amor, pero después se convierte en el comienzo del suplicio de querer apagar la luz, ver televisión, leer o lo que sea, cuando el otro desea otra cosa distinta, por lo cual se pierde la libertad.