En esta noche de fin de año, cierras un volumen más de la historia de tu vida. Cuando comenzaste este libro era todo tuyo, te lo puso Dios en las manos y podías hacer de él lo que quisieras, un poema, una pesadilla, una oración. Podías, hoy ya no puedes, no es tuyo, ya está escrito, ahora es de Dios.
El te va a leer todo, el día en que mueras, con todos los detalles. Ya no puedes corregirlo, ha pasado al dominio de la eternidad.
Piensa unos momentos, en esta última noche del año. Coge tu libro y leélo despacio, hojéalo, deja pasar sus páginas por tus manos y por tu conciencia, ten el placer de leerte a ti mismo.
Lee todo, repite aquellas páginas de tu vida en las que pusiste tu mejor estímulo; lee aquellas otras que nunca quisiste haber escrito. No, no intentes arrancarlas, es inútil. Ten valor de leerlas.
Son tuyas, no puedes destruirlas, pero si puedes anularlas cuando escribas tu volumen siguiente. Si lo haces así, Dios los pasará de corrido cuando lea tu libro en el último día.
Reza sobre tu libro viejo. Cógelo en tus manos, levántalo hacia el cielo y dile a Dios desde el fondo del corazón ``Gracias Padre mío y perdóname''. Después ponlo a los pies de Cristo, no importa aunque tenga páginas negras. Cristo sabe perdonar.
Esta noche te va a dar Dios otro libro, completamente nuevo y blanco, es todo tuyo y vas a poder escribir en él lo que quieras. Pon el nombre de Jesús en la primera página, después dile humildemente que te deje escribirlo, solo dile que siempre te tenga de la mano y del corazón.