Después de andar un tramo, llegaron a una esquina, la luz del semáforo estaba en
rojo pero ellas pasaron igual. La mujer del asiento de acompañante se dijo a sí
misma pensando "debo estar perdiendo la vista, podría jurar que acabamos de pasar
una luz roja."
Unos minutos más tarde, llegaron a otra esquina y la luz era de nuevo roja y de
nuevo ellas pasaron sin parar.
Esta vez la mujer del asiento del acompañante estaba casi segura que la luz
había sido roja pero estaba muy preocupada porque creía que estaba perdiendo la
vista.
Se empezó a poner nerviosa y decidió prestar mucha atención al camino y a la
próxima esquina ver qué estaba pasando. En la siguiente intersección, la luz era
definitivamente roja y siguieron de largo igual.
Se volvió a la otra mujer y le dijo: ¡Cristina! ¡Acabamos de pasar tres luces
rojas seguidas! ¡Podrías habernos matado!
Cristina se volvió a ella y dijo: "Oh, ¿estoy manejando?"