Es claro que nosotros, seres humanos, inmersos cada día en miles de problemas, estamos absortos en nuestros deseos de avanzar en búsqueda de la obtención de lo último en tecnología y, las ganas de ser la muestra viva de la elegancia y el éxito en esta vida.
Así continuamos esta senda olvidando que lo más bello, majestuoso e increíble lo tenemos si sólo miramos al cielo y contemplamos ese espectáculo sublime como el óleo más acabado, el movimiento de transparentes nubes más inquietantes que la mejor imagen en 3D. En medio del azúl más fascinante que se pueda imaginar.
Tenemos tantas cosas, toda la naturaleza, la actitud de nuestra regalona mascota al mirarnos con sus ojos tan atentos y húmedos, la belleza e infinita gracia de movimientos de cada niño que nos rodea; en suma, todo lo que tenemos gratis en la vida, y que tan poco nos detenemos a mirar. Hasta lo tan común que es nuestro cuerpo, esa maravilla que funciona como reloj, hasta que cansado se niega a hacerlo y sólo entonces entendemos la maravilla que fue haberlo poseído en todo su esplendor, cuando fue bello y lleno de vida.
Son tantas las cosas que nacieron con nosotros junto con el primer suspiro...