Cerca de Betania llegaron un día mis torpes pisadas,
dos hombres vinieron, mandados por alguien a que
me buscaran,
pusieron sus mantos para que JESÚS sobre mí montara
y las multitudes en los olivares a ÉL vitoreaban.
Pero aquél Maestro proclamado Rey, muy triste lloraba.
¡Que gran privilegio que aquellas sus lágrimas
sobre mí quedaran!
Era el Rey de reyes cabalgando humilde sobre un hijo de asna,
llorando por quienes no lo recibieron: ¡Redentor del alma!
El Getsemaní y sus bellos jardines se oscurecerían
al ver al Maestro en sangre sudando su magna agonía.
De pronto aparece el Monte Calvario donde moriría
por pagar las culpas que solo a los hombres les correspondía. ..
No sigo contando porque soy un asno y ¿quién creería
esta historia absurda de que nadie a Cristo reconocería?
Los asnos no hablamos, servimos al hombre y...morimos un día.
Quizás he soñado ¡NO CREO HAYA HOMBRES RECHAZANDO VIDA!!!
Del libro:"EL ÁRBOL DE LA CRUZ"