Una mujer le está friendo unos huevos para el desayuno a su marido, cuando de pronto, éste entra en la cocina y dice:
– ¡Cuidado, cuidadooo!
¡Ponle un poco más de aceite!
Por Diosss...¡Estás cocinando demasiados al mismo tiempo!
¡Demasiados!
¡Dales la vuelta!!
Dales la vuelta ahora!
¡Necesitamos más aceite, por Dios!
¿Dónde vamos a conseguir más aceite?!
¡Se van a pegaarr!
¡Cuidadooo, cuidadooo, dije cuidadoooooo!
¡Nunca me haces caso cuando cocinas, nunca!
¡Cuidado, dales la vuelta!
¡Rápido!
¡Estás loca!!! ¿Perdiste la cabeza?
¡No te olvides de echarles saaalll!
¡Sabes que siempre te olvidas de la sal, usa la sal, usa la maldita saalll!
La mujer lo mira con asombro:
– ¿Qué te pasa? ¿Crees que no puedo freír un par de huevos?
El marido sonríe y contesta calmadamente:
– Sólo quería mostrarte lo que siento cuando voy conduciendo contigo en el coche.