Una desolada viuda de 70 años decidió que había llegado el momento de casarse nuevamente. Por eso, decidió publicar un anuncio en el diario local que decía:
“SE BUSCA MARIDO
EL PRETENDIENTE DEBE TENER MI EDAD (APROXIMADAMENTE), NO DEBE ENGAÑARME CON OTRAS, PERO DEBE SER BUENO EN LA CAMA. TODOS LOS PRETENDIENTES DEBERÁN PRESENTARSE EN PERSONA.”
Al segundo día, la viuda escuchó el timbre y se dirigió a la puerta. Para su pesar, al abrir la puerta, la anciana se encontró con un caballero de cabello canoso, sentado en una silla de ruedas, sin brazos y sin piernas.
La viuda le dijo: “No estarás esperando que te considere como pretendiente, ¿verdad? Ni siquiera tienes piernas…”
El anciano sonrió y le respondió: “Si, y por eso no te puedo engañar”
“Pero tampoco tienes brazos”, respondió la mujer.
“Si, y por eso nunca podré golpearte”, contestó el hombre.
La viuda levantó la ceja y le preguntó: “¿Y aun así eres bueno en la cama?”
Con una enorme sonrisa el anciano respondió: “De alguna forma toqué el timbre ¿No?”