Y aquí está el mar: ese tan poético, tan relajante, y a veces tan amenazador y traicionero ... Luego del silencio ante el desastre aéreo, de quedarme sin palabras, aterrorizada, aún sin encontrar las palabras necesarias, me atrevo a intentar dar forma a mi sentir. Creo que la fuerza de esta verdadera lección que nos golpea tan crudamente, nos enseña un sin fin de cosas ... Que ese incesante deseo que sentimos cada día en hundirnos en minucias tales como sentirnos heridos por no haber sido tomados en cuenta cuando quisimos, de no sentirnos tan valorados, necesitados y necesarios, de sufrir por tonteritas como pequeños desencuentros, desaciertos, y tantas innumerables circunstancias, que colman nuestra vida de pequeños dolores del alma. Nos entregamos abiertamente a vivir apenados, descontentos y esa sensación apaga el resplandor de lo que de verdad importa: el descubrimiento diario de la maravilla de poder emprender cosas y realizarlas con el alma llena de gozo. La desgracia nos hizo abrir los ojos. Pudimos ver cómo un grupo de personas , distintas, pero unidas por el afán de servir y una amistad llana, lo hicieron hasta el final manifestando la alegría de quien ama lo que hace. De quienes gozan cada minuto por cosas simples, y saben sentir la comicidad que el diario vivir nos puede presentar. He llorado por ellos, que eran jóvenes, valiosos, emprendedores y entusiastas, pero también por mi propia joven familia,y tanto joven que, entretenidos en buscar lo negativo de todo, pierden la senda de lo verdadero. pierden de disfrutar la dicha de estar vivos y sanos, perdiéndose la oportunidad de vivir la vida como lo que es : un regalo maravilloso.
7/9/2011