Buscando algo en mis informaciones de Facebook, encontré este texto de mi hija, enviado alrededor del 2010.
El no tiempo de los viajes
¿Envejecemos sin saberlo, los demás envejecen, qué significa
envejecer? Nos acercamos al final de la vida como la conocemos, es cierto que
puede ocurrir en cualquier momento, pero si no nos agarra un cáncer, un ataque
cardíaco o nos pisa un auto y sobrevivimos a accidentes menores, de todas
maneras estamos en la cuenta regresiva. Llegará un día en que dejaremos de
respirar, nos iremos y alguien pondrá nuestro cuerpo ya gastado en un cajón, o
quizás los que queden decidan convertirnos en cenizas, y una vez que eso suceda
seremos borrados. Olvidarán nuestra voz, nuestra risa, no ocuparemos un lugar,
nadie nos estará esperando, borrarán nuestro nombre en sus computadoras,
celulares, listas de correo.
Efímeros, somos efímeros y actuamos como si fuéramos a durar
para siempre. A veces me pregunto hasta qué edad hacen el amor los ancianos,
¿lo hacen? ¿Irá a pasarme eso a mí?
Después de la menopausia una se pone como de 25, pero
después… ¿se va durmiendo la líbido?
Cuando miro el calendario me pongo a pensar en todo lo que
aún no hice, el viaje a la India, el libro publicado, el cuadro aquel que veo
en mis sueños, el compañero con quien compartir los últimos años, los achaques,
las angustias, los cuidados mutuos, la compañía.
Ahora, ya en la edad madura, es cuando empiezo a aterrizar.
Ya no está eso de que la vida está por delante, la vida está aquí y ahora, esta
es la vida, este momento en que escribo estas palabras mientras el tren pasa
por la estación de Connecticut, y yo voy garabateando estas líneas un poco para
“matar el tiempo”, ¡vaya expresión! Matar el tiempo quiere decir algo como
suspendido, como vivir un no tiempo, sólo porque estamos esperando llegar a
alguna parte, pero ese es sólo un punto de vista. También podemos interpretar
este momento como un regalo, un tiempo extra para hacer aquello que no hacemos
nunca porque la vida nos tiene ocupados en otras cosas. El tiempo en los viajes
es un tiempo sagrado. Muchos duermen, es automático. Son los que suben a un
tren o a un avión y ni bien se acomodan se duermen de inmediato.
Windsor, Connecticut, con sus elegantes faroles en la
estación viviendo también su no tiempo, ese que flota en los lugares sin gente,
la invisibilidad del tiempo que pasa como un espíritu errante que recorre la
ciudad cuando los demás duermen. Veo pasar las ciudades, las estaciones,
iglesias, las plazas y los barrios en la noche. Soy yo ahora la que va arriba
del tren y esos que están en sus casas oyen pasar el tren desde sus camas y se
sienten tan seguros y tranquilos escuchando pasar el tren, la bocina del tren
en la noche llevando a otros por el no tiempo de los viajes, suspendidos en el
estar yendo, el espacio sagrado del aquí y el ahora.
Solei Costa