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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: diana72  (Mensaje original) Enviado: 27/02/2017 15:53

Cuando quieres terminar con la  relación, y te vuelves un torpe ... 

"Mi psicólogo me dijo..." : El mio me dijo que eres  una persona bastante tonta, pero no por eso decidí decírtelo. En esta frase no dudo de la buena fe de la persona que la dice, sino más bien de su sano juicio. Nadie en sus cabales, más que una persona que su conexión con el mundo real penda de un hilo de pizza, es capaz de citar a su psicólogo cual alterego para poder decir lo que siente. Y bueno, está bien, avisame cuando el psicólogo te diga que es tiempo de probar nuevas cosas...


"No puedo darte lo que tú necesitas": ¿Ahora te acordaste? A no ser que le estés pidiendo que te haga una réplica del obelisco y la plante en tu jardín, esta frase debería ser ilegal. Si no puedes darme lo que necesito es porque claramente deberías haber empezado diciendo: "No te amo". Nadie necesita más que afecto, compañía y respeto, por ende, si esta teoría es real, espero cruzarte soltero de acá hasta el día de tu muerte, ya que me estás diciendo que no sabes dar lo que cualquier ser humano necesita. No es lo que necesitas, es simplemente que no puedes darlo tú .

¿Te dijeron alguna vez alguna de estas frases? ¿Cómo respondiste? Cuenta tu experiencia. 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Laura Frias Enviado: 28/02/2017 01:06

"No puedo darte lo que tú necesitas": 

No recuerdo si se lo dije directamente a una persona o pensé decírselo, pero francamente era eso. En el plano amoroso, todo puede andar bien, pero cuando se trata de algo más definitivo, cuando se planea compartir la vida de todos los días con otra persona, el asunto se complica.

Hay personas que parecen necesitar o exigir – aunque no de manera directa –mucho más del tiempo de su pareja. Se trata de gente más absorbente con la cual hay que estar siempre en continua alerta, además de constituir un verdadero reto.

Se trataba de alguien de la tribu aquella con cierto aire de centro de mesa, de esos que cuando ingresan en un local cualquiera, sea café, teatro, hospital, etc. siempre llamarán la atención, como cuando un actor entra en escena. Aunque nadie los conozca, no pasarán inadvertidos por su forma de moverse, de hablar. Tienen seguidores, pero también detractores.

Se da en los artistas, deportistas, etc.

Pasando el tiempo, conoció a alguien que estuvo dispuesta a compartir su vida para que se hiciera cargo de ella y de sus otros hijos. Era una mujer valiente que había sufrido las consecuencias trágicas del golpe de estado y él podía brindarle un apoyo maravilloso. Era bebedor y fumador a conciencia. Sin embargo y como ocurre con frecuencia en los alcohólicos, jamás lo vi borracho a lo largo de cuarenta años. Como era de esperarse, murió por un infarto fulminante. ¿Tendría ella que

administrarle su ración de tóxicos, luchando por convencerlo de cuidarse? Recuerdo cuando nos juntábamos a compartir una botella de pisco y un par de cajetillas de cigarrillos y eso parecía ser el motor de una conversación apasionante. No me imaginé jamás en condiciones de tener que controlarlo en esos temas. Ella lo hizo, dedicándose a él por tiempo completo. Al menos él tuvo buena compañía hasta el fin y eso me alegra.

Usé parte de esta historia en un cuento que armamos en un taller. Copio el final:

 

             ¡No me dejes solo! La tomó de los hombros con fuerza. Había un brillo de lágrimas en sus ojos.

-             Ábreme la puerta, por favor. Tenía una mochila a la espalda y un bolso lleno con sus pertenencias.             

Él miró un instante, luego bajando los brazos y cabizbajo, fue a abrir.

Elena se detuvo en el umbral. Se volvió un instante a mirar los ojos enrojecidos del hombre y sabiendo que jamás encontraría otro como él y que noches y mañanas y quizá siempre lo extrañaría, salió.”



 
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