Cada gato, es involuntario espectador de nuestra vida. Con sabiduría y paciencia soporta los malos modales de que a veces hacemos gala, también de nuestros logros y errores, que suelen ser los más. Qué bien soportan y guardan cada secreto , cada tontera inconfesable. Qué mirada nos dedica desde su sitio quieto, desde su calma, esa mirada de brillo acerado despidiendo siempre ese magnetismo de las cosas secretas, íntimas, reconviniendonos, como si nos juzgara en lo profundo, un poco aburrido de observar como somos de necios. Cuanto nos conocen, cuanto nos soportan y pese a todo, a veces cuanto nos aman. Gatos, figura eterna, elegante y bella.
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