¡Feliz comienzo de semana a todos! Hoy, después de almorzar en el pequeño castillo de Hever, propiedad de los padres de Ana Bolena,
hemos resuelto internarnos en el laberinto del parque a ver qué pasa. Todos vacilamos, pero Anny, animosa como siempre, avanza sin esperarnos,
no tenemos otro remedio que seguirla, entre risas y exclamaciones caminamos y caminamos a través de los senderos hasta que ¡oh! resulta que nos hemos perdido.
Los caminos de tierra se hacen estrechos, más secos, los setos vegetales parece que nunca han sido regados. Un olorcillo extraño flota en el ambiente y al dar una última vuelta ¡Horror!
Hay un hombre desnudo, peludo y con una enorme cabeza de toro, durmiendo en el piso de arena. Nos espantamos, Anny le tapa la boca a Diana antes de que grite, Kibo recoge una piedra, porsiaca, pero el monstruo no despierta y, en puntillas, tratando de no hacer crujir la grava, retrocedemos muertos de susto, hasta que, no sé cómo, logramos encontrar la salida.
Entonces, como si nada hubiera pasado, nos miramos, sacudimos la ropa llena de polvo y nos dirigimos al salón de té, para que nos sirvan unas deliciosas tazas del tradicional brebaje, acompañado de scones y minisandwiches de pepino, mientros los pájalos locales, confianzudos en extremo, se disputan las migas.
¿Y el minotauro?