Me limito simplemente a pensar si el polvo tañe en las campanas o estos caminos han regresado alguna vez al mar: si en sus lenguas y lenguajes a todos cantaremos: si salivales limpiamos aquel idioma empantanado en la ribera y construimos risa la choza del ausente o arroyo y visitaremos niebla poblando de musgo y gusano el destino de la casa natal: Ya sé que pasar la edad de Cristo es entrar Al territorio de la muerte y la taberna: quizás cuando la barca no sea su madera estaré para remero descalzo o cuando al fin de tratos con la nada plagiaré como tantos la voz ahogada que ronda a quienes dejaron de nadar contra la corriente: Es hora de abandonar la biblioteca a su candado porque no fuimos ni el libro ni su llave: lo dijo el ángel - anda sólo: yo tengo alas – tal vez sea momento de guardar para otros más veloces esa palabra ligera: mientras un viento de todos los siglos tañe cada vez más fuerte el polvo que nos empieza a llamar
Fue conocido popularmente como el «médico de los pobres» o el «apóstol de los humildes» por prestar atención gratuita a la gente de escasos recursos de Antofagasta. Además, regalaba fármacos y dinero para el transporte público.[
"Estás lejos. Y eres la visión la sombra que veo como a las ramas de un árbol en una noche de invierno Los treiles me están diciendo que vuelves Espero, mientras respiro el olor de la vela recién apagada
Si vienes, me digo te ofreceré, al salir el Sol, mis cantos y mis Sueños te daré un vestido hermoso recogeré para ti flores de las que crecen junto al agua
Pero eres la visión la sombra. Y estoy solo Los treiles se van perseguidos por granizos en vano las ramas del árbol intentan espantar al invierno
Y en mi garganta se quedaron las Palabras que nunca te dije."
No conocía a Antonio Rendic, personalidad notable que nos reconcilia con la desastrosa realidad de la mayoría de los humanos, alguien que dignifica la vida. Gracias, Paty por traer ese poema del duro y rico suelo del norte y las referencias del autor.
Era un poeta regional de nuestra ciudad, por lo tanto poco conocido en el país. Por eso puse una pequeña biografía para que conozcan la calidad humana que lo distinguía.
Quizá porque anoche soñé con Enrique Lihn (¡¡!! son tan raros los sueños) y busqué alguno de sus poemas por la web. Hubiera preferido alguno más corto, porque dudo que alguien se dé la molestia de leerlo. Pero el que imperfectamente copié refleja al difunto muy bien. Su constante expresión lo hacía aparecer - como decía mi madre - oliendo mierda y se debe a lo que comparto: esos pliegues profundos de la nariz a la boca. No fue un tipo simpático y debe haber sido así desde sus primeros días, pero su poesía es vital y es imposible no sentirse reflejada en los sentimientos que expresa.
lanzar he a los aires este poema con la esperanza de que entre mis manos y la altura convertido sea en un drone, huidobriano el gesto, lo admito, un volantín con ojos, sí, para verte mejor, con un estéreo potentísimo para dejarte caer sobre el pelo y en papel picado ese canto II, que ahora reescribo exacto, pensando en tus uñas de pies, confundiendo con ello a ángeles y terrícolas por igual...; cuatro brazos con sus tantas hélices para no dejarte ir jamás de mí
[...]
una gota plástica llena de gas eléctrico y digitalizado, globo inflado de un sereno amor ígneo que te mirara dormir y despertar como quien contempla la luna en el agua y el sol en el cielo, pero que en órbita no lo pondría para abducirte como un ovni ni te mandaría este poema- juguete aéreo, que nunca ha sido ni será, para querer proyectarte una película como Cloverfield Lane, no importa que el final tenga su punto, arriba lo mío sería algo más nupcial, palomo mensajero de mis tecno-verbo remotas prestidigitaciones
me gustaría ser un nido si fueras un pajarito me gustaría ser una bufanda si fueras un cuello y tuvieras frío si fueras música yo sería un oído si fueras agua yo sería un vaso si fueras luz yo sería un ojo si fueras pie yo sería un calcetín si fueras el mar yo sería una playa y si fueras todavía el mar yo sería un pez y nadaría por ti y si fueras el mar yo sería sal y si yo fuera sal tú serías una lechuga una palta o al menos un huevo frito y si tú fueras un huevo frito yo sería un pedazo de pan y si yo fuera un pedazo de pan tú serías mantequilla o mermelada y si tú fueras mermelada yo sería el durazno de la mermelada y si yo fuera un durazno tú serías un árbol y si tú fueras un árbol yo sería tu savia y correría por tus brazos como sangre y si yo fuera sangre viviría en tu corazón. Claudio Bertoni.
Era un pobre diablo que siempre venía cerca de un gran pueblo donde yo vivía; joven rubio y flaco, sucio y mal vestido, siempre cabizbajo... ¡Tal vez un perdido!
Un día de invierno lo encontramos muerto dentro de un arroyo próximo a mi huerto,
varios cazadores que con sus lebreles cantando marchaban... Entre sus papeles no encontraron nada... los jueces de turno hicieron preguntas al guardián nocturno: éste no sabía nada del extinto; ni el vecino Pérez, ni el vecino Pinto.
Una chica dijo que sería un loco o algún vagabundo que comía poco, y un chusco que oía las conversaciones se tentó de risa... ¡Vaya unos simplones!
Una paletada le echó el panteonero; luego lió un cigarro; se caló el sombrero y emprendió la vuelta... Tras la paletada, nada dijo nada, nadie dijo nada...
Corriendo van por la vega A las puertas de Granada Hasta cuarenta gomeles Y el capitán que los manda. Al entrar en la ciudad, Parando su yegua blanca, Lo dijo éste a una mujer Que entre sus brazos lloraba: -Enjuga el llanto, cristiana, No me atormentes así, Que tengo yo, mi sultana, Un nuevo Edén para ti. Tengo un palacio en Granada, Tengo jardines y flores, Tengo una fuente dorada Con más de cien surtidores. Y en la vega del Genil Tengo parda fortaleza, Que será reina entre mil Cuando encierre tu belleza. Y sobre toda una orilla Extiendo mi señorío; Ni en Córdoba ni en Sevilla Hay un parque como el mío. Allí la altiva palmera Y el encendido granado, Junto a la frondosa higuera Cubren el valle y collado. Allí el robusto nogal, Allí el nópalo amarillo; Allí el sombrío moral Crecen al pie del castillo. Y olmos tengo en mi alameda Que hasta el cielo se levantan, Y en redes de plata y seda Tengo pájaros que cantan. Y tú mi sultana eres; Que desiertos mis salones, Está mi harén sin mujeres, Mis oídos sin canciones. Yo te daré terciopelos Y perfumes orientales, De Grecia te traeré velos, Y de Cachemira chales. Y te daré blancas plumas Para que adornes tu frente, Más blancas que las espumas De nuestros mares de Oriente; Y perlas para el cabello, Y baños para el calor, Y collares para el cuello; Para los labios…. ¡amor!- -¿Qué me valen tus riquezas, Respondióle la cristiana, Si me quitas a mi padre, Mis amigos y mis damas? Vuélveme, vuélveme, moro, A mi padre y a mi patria, Que mis torres de León Valen más que tu Granada.- Escuchóla en paz el moro, Y manoseando su barba, Dijo, como quien medita, En la mejilla una lágrima: -Si tus castillos mejores Que nuestros jardines son, Y son más bellas tus flores, Por ser tuyas, en León, Y tú diste tus amores alguno de tus guerreros, Hurí del Edén, no llores, Vete con tus caballeros.- Y dándola su caballo Y la mitad de su guardia, El capitán de los moros Volvió en silencio la espalda.
Hasta me dieron ganas de llorar, Elopolis, al leerlo. Conocí a Víctor cuando ambos éramos alumnos en la Escuela de Teatro de la U. de Chile, allá por el 50 y tantos, cuando ya
había decidido retirarme, pues en una carrera así, si no eres el mejor de tu curso, no tienes posibilidades reales. Celebramos la primera actuación de los compañeros y me tocó
hacerlo en los camarines, con dos de ellos. Se veían tan felices, ilusionados, llenos de juventud y esperanzas y pensé: a estos chicos si les veo futuro. Sólo lamenté que el ramo de copihues que compartimos no servía de recuerdo. (La flor es carnosa y nada apropiada para secarse entre las páginas de un libro). Conocimos el futuro de Víctor. Pero el otro muchacho, el futuro director Gustavo Meza, fue un estupendo