Fui suyo, es un decir. Para sentirme un niño entre sus brazos. Para permitirme una lágrima liberando el espasmo de una pena.
Sin embargo, soy hombre y miento. Me confundo. Presumo de dureza, y es la herrumbre de mil fracasos que se esconden detrás de mi sonrisa envejecida.
Así fue el error, la trampa tendida en nuestros sueños. Y no tuve tus brazos ni tus besos. No tuve, ni siquiera la caricia de una simple mirada.
Y todo es esto: una ausencia infinita que me arrastra. La nostalgia de un sueño que se escapa.
R.S.C.
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