Una mujer joven y distinguida durante un vuelo con dirección a Suiza le pregunta al sacerdote que está a su lado: "Padre, ¿puedo pedirle un favor?"
"Por supuesto. ¿Qué puedo hacer por usted?"
"Bueno, me he comprado un secador de pelo muy costoso que está muy por encima de los límites de aduana y me temo que me lo van a decomisar. ¿Será que usted podría pasarlo por la aduana debajo de sus ropas, tal vez?"
"Me encantaría ayudarte, querida, pero debo advertirle que no voy a mentir."
"Con su cara honesta, Padre, nadie le hará preguntas."
Cuando llegaron a la aduana, la señora deja que el cura se dirija a la aduana. El oficial le pregunta, "Padre, ¿tiene usted algo que declarar?"
"Desde mi cabeza hasta la cintura, no tengo nada que declarar".
El funcionario pensado que era una respuesta extraña, le pregunta. "¿Y qué tiene que declarar desde la cintura hasta el suelo?"
"Tengo un pequeño instrumento maravilloso diseñado para ser utilizado por una mujer, pero que hasta la fecha está sin usar."
El funcionario ríe abiertamente: "Adelante, Padre." ¡Próximo!
Una mujer le está friendo unos huevos para el desayuno a su marido, cuando de pronto, éste entra en la cocina y dice:
– ¡Cuidado, cuidadooo!
¡Ponle un poco más de aceite!
Por Diosss...¡Estás cocinando demasiados al mismo tiempo!
¡Demasiados!
¡Dales la vuelta!!
Dales la vuelta ahora!
¡Necesitamos más aceite, por Dios!
¿Dónde vamos a conseguir más aceite?!
¡Se van a pegaarr!
¡Cuidadooo, cuidadooo, dije cuidadoooooo!
¡Nunca me haces caso cuando cocinas, nunca!
¡Cuidado, dales la vuelta!
¡Rápido!
¡Estás loca!!! ¿Perdiste la cabeza?
¡No te olvides de echarles saaalll!
¡Sabes que siempre te olvidas de la sal, usa la sal, usa la maldita saalll! La mujer lo mira con asombro:
– ¿Qué te pasa? ¿Crees que no puedo freír un par de huevos?
El marido sonríe y contesta calmadamente:
– Sólo quería mostrarte lo que siento cuando voy conduciendo contigo en el coche.
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