Donde el alma no teme y la cabeza se mantiene erguida...
Donde el mundo no ha sido convertido en fragmentos por mezquinos muros domésticos...
Donde las palabras brotan de la verdad profunda...
Donde se lucha sin cansancio y los brazos se tienden hacia la perfección...
Donde la razón discurre claramente y no se pierde en las lúgubres arenas desérticas de la rutina estéril...
Donde Tú llevas el espíritu a pensamientos y actos cada vez más altos...
Permite, Dios mío, que en ese paraíso de libertad despierte mi pueblo.
Rabindranath Tagore