En este caso no todos eran longevos (yo era la excepción) sino gente desde los 19 a los 45 mas o menos y nos venía bien una crítica verdadera, porque eso de recibir siempre las hipócritas palabras de los demás, esas de los dientes para afuera y las risitas por dentro, contribuye a que nos dejemos estar y vivamos en la falsa ilusión que lo estamos haciendo bien.
Justo en estos días me encuentro a punto de concretar una confrontación de ¿verdades? todavía no lo he decidido. Ocurre que, intempestivamente apareció un antiguo compañero de actividades, después enemigo declarado y por último en plan de hacerse amigos otra vez, ya que sus habituales conocidos ya no lo cotizan pues con el tiempo ha demostrado ser una persona de veras maligna con todos.
Traía su último libro y no tuve más remedio que regalarle el mío. Me indicó que había encontrado varios defectos en él y que lo conversáramos. Leí el suyo y reconozco que me decepcionó bastante pues escribía bien y ahora ha dejado salir sus peores aspectos (literarios). Marqué con lápiz los errores, malas transcripciones de nombres, cambios de tiempo, cacofonías y todo lo que habría corregido una buena edición. Extrañamente, leo en el prólogo que revisaron el manuscrito dos profesores de lenguaje que conozco. ¿No les hizo caso? ¿No les interesó corregir? Entonces tengo tres opciones:
1) Mostrarle los errores evidentes y punto.
2) Mostrarle los errores evidentes y opinar sobre todo lo que sobra, pedirle aclaración sobre los puntos en blanco que deja la narración (es una novela policial) incompleta, decirle que el extremo barroquismo de la redacción pasa del castaño oscuro (como decía mi abuela) etc.
3) Decirle que es un gran esfuerzo, que se nota investigación en el tema, que los pequeños detalles no tienen ninguna importancia. O sea, rico tu té lindo.
Por otro lado, sé muy bien que dejará caer lo más venenoso de su repertorio sobre el mío, lo que no me preocupa, pero que también me interesa por si algo me sirve para mejorar próximos textos.
Sé que piensa hacer una nueva edición y no quiero hacerle el trabajo de corregir sus textos, de eso se debe encargar la editorial.
Estoy en la duda. ¿Merece la verdad?