Ya no puedo más
1 Reyes 19: 4 “Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres” En la vida hay momentos en los que hacemos grandes cosas delante de Dios, esos momentos son tan especiales porque sientes como el respaldo de Dios ha estado contigo, claro, si después de matar a cuatrocientos cincuenta profetas de baal, ¿Cómo no has de sentirte respaldado por Dios?
Pero aun después de esas enormes victorias, vienen a nuestra vida momentos de soledad, momentos en los cuales nos menospreciamos a nosotros mismos. Momentos en los que desfallecemos.
Pareciera ilógico pensar que después de hacer un milagro para una viuda, orar para que lloviera, comprobar que Jehová Dios era el verdadero a través de consumir con fuego un altar lleno de agua y matar a cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, alguien se puede sentir sin fuerzas. Pero es la realidad muchas veces de nuestra vida.
Amigo mío, posiblemente tu estés pasando por momentos de soledad ministerial, que después de ser usado tremendamente por Dios, ahora te sientes derribado, sientes que no eres mejor que los demás. Pareciera que todo lo que Dios ha hecho en tu vida, en este momento no tiene un sentido. Pues quiero decirte que Dios jamás te ha abandonado, que la debilidad humana te lleva a pensar que estas solo, que la falta de comunicación con tu Padre de a alejando de ser sensible a su presencia.
Quiero decirte que Dios es tan lindo que aun cuando te menosprecies y desees morir, el te buscara para alimentarte y darte descanso para que recobres tus fuerzas.
“Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios” (v. 5-8)
Es lindo ver como el Ángel de Jehová estaba ahí para fortalecerlo y animarlo, así mismo Dios no dejara morir a sus siervos, El estará ahí mostrándose como el Dios que levanta muertos y los hace mejor de lo que ellos mismo pensaron que podrían llegar a ser.
Elías tuvo el privilegio de no experimentar la muerte física, puesto que fue arrebatado al cielo por un torbellino de fuego.
Tu también puedes tener el privilegio de no experimentar la muerte física, si te mantienes fiel a Dios esperando su venida. ¿Imaginate que el viniera hoy? Que lindo seria ser levantados por nuestro Salvador en los cielos.
Recuerda, aun en los momentos que crees que estas solo, ahí estaré dice el Señor.
Autor: Enrique Monterroza
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