Cada vez que ocurre algo terrible en la congregación, siempre el “que soluciona” todo lo llamamos “Líder”. Todo lo tiene que arreglar él; si alguien se enfermó, hay alguien muerto, hay escasez económica, problemas familiares, endemoniados, etc., siempre es el “Líder” el encargado de resolverlo.
Ahora, la pregunta es: ¿Quién entiende a un líder? - Él siempre tiene tiempo para escuchar a sus seguidores, para aconsejarlos y para orar por ellos; sin embargo el Líder también es un ser humano que tiene necesidades, sentimientos y problemas como el resto de personas.
Un líder esconde muchas veces sus sentimientos, para luego desahogarse en un rincón o la almohada de su cama. A él siempre se le exige rendimiento, llamado a toda hora y criticado por su trabajo. Cuántas personas se dedican a capacitar “lideres“, pero nadie esta listo para ejercer este cargo hasta que lo ha experimentado.
Yo me dirijo a ti, líder:
A ti, que cada vez que tienes una actividad, ves con que pereza responden las personas de las cuales dependes,
A ti, que has experimentado el insoportable frío de la noche y el desesperante calor del día mientras te diriges a orar por tu rebaño,
A ti, que siempre han criticado tu trabajo y que en vez de decirte que sigas adelante, se han dedicado a bajarte los ánimos hasta el suelo,
A ti, que siempre oras por tus seguidores y te dedicas a leer la Biblia para poder enseñarles,
A ti, que te has sentido solo y que cuando miras a tu alrededor te das cuenta que no tienes apoyo,
A ti, que muchas veces te han dado ganas de gritar “¡Ya no puedo más!”, y has querido renunciar para no sentir tanta presión,
A ti, que has llorado solo, pensando solamente en ver la luz de un nuevo amanecer,
A ti, siervo de Dios, varón(mujer) esforzado(a), hombre(mujer) valiente…, solamente te recuerdo que Dios siempre ha estado contigo, Él nunca te ha dejado y está dispuesto a darte todo lo que necesitas para seguir adelante en Su obra.
Continúa, haz el trabajo que Jehová te encargó, olvida a los que te critican, pues ellos no te ayudarán, tú adelante, termina tu hazaña y verás cómo se callan…
Sólo contempla la meta y no veas lo difícil de alcanzarla, piensa que si Dios te colocó en ese lugar es porque Él sabe que puedes hacerlo y además porque Él confía en ti…
Demuéstrale a Dios cuanto le amas y realiza con amor tu trabajo; llorar es permitido, tienes razón de hacerlo, pero no te quejes; haz de cada lágrima una promesa de combate, recuerda que eres bienaventurado…
Y termino recordándote: “Por tanto ir y haced discípulos a las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y he aquí que Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Mateo 28:19-20
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