LA VIDA Y LA MUERTE
1945.
Termina la segunda guerra mundial. El desencuentro humano más grande de la historia. Millones de muertes, destrucción por doquier, la humanidad arrasada.
¿SIRVIÓ PARA ALGO?
NO, NO SIRVIÓ, porque la muerte NO SIRVE, la muerte simplemente ES.
¿Qué PASÓ en ese ENTONCES?
Hubo un mundo polarizado donde dos grupos creían tener razón y sólo produjeron algo en común: MUERTE.
Sin embargo, a nivel mundial comenzó a suceder desde entonces, algo importante: “Comenzó a gestarse la conciencia del valor de la vida”
A pesar de esta nueva actitud, es tan fuerte el atravesamiento cultural del sufrimiento, que permanentemente recibimos mensajes de muerte, de muerte del disfrute, de muerte del placer, de muerte del goce, de muerte de la alegría,de muerte de una vida plena.
No es a la Muerte a la que debemos temer. Debemos temerle a la vida a medias, debemos temer no ser íntegros y no vivir acorde a nuestros legítimos deseos.La Muerte no es más que una transición hacia otro estado de vida, y cada uno de nosotros debe enfrentarla en algún momento. Cada uno de nosotros ha transitado distintos jardines y nos hemos arrodillado en altares diferentes. Por ello formulamos dos propuestas:
1.- Cuando nos despidamos de un caminante de la vida, hagámoslo con los ritos y ceremonias que le den sosiego a nuestra alma y como cada uno sienta que honra a quien se ha ido. No busquemos dolores inútiles.
2.- La otra propuesta es que, cuando le vayamos a dar el último adiós a un amigo, a un familiar, a alguien querido, nos sintamos acongojados porque no volveremos a disfrutar de su presencia, y no por sentir la culpa de nohaber resuelto adecuadamente las cuestiones pendientes con ese serque parte a otras dimensiones.
“No callemos lo que sentimos, no dejemos de hacer lo que debemos hacer mientras gocemos del privilegio de vivir y de disfrutar la presencia de los que amamos”
En este Editorial está la foto de la lápida de Jorge Luis Borges en el Cementerio de Plainpalais, Ginebra, que tiene escrito en un idioma antiguo
“Y QUE NO TEMIERAN”.
Y es verdad. No debemos temer la muerte, porque es algo natural, forma parte de la vida. A lo que sí hay que temer es a estar muerto en vida. A lo que hay que temer es a estar solo y sin afectos. A lo que hay que temer es a ser descalificado, desconfirmado, ignorado, porque eso es una “muerte ontológica”, es decir, la muerte denuestro SER ESENCIAL.
Es a la vida a la que hay que defender a ultranza dejando que las leyes de la naturaleza se expresen con su elegancia habitual.
Y para defender la vida, debemos volver a legalizar a los instintos, debemos conectarnos con nuestros reales potenciales. Cuando los tsunamis azotaron el sureste asiático a fin del año pasado, en un zoológico del “Parque Nacional de Yala” en Sri Lanka, las olas gigantescas penetraron 3 kilómetros (30 cuadras) de tierra firme. No murió ni un solo animal, cuyo instinto de conservación es poderoso, pero sí murieron 40 personas. Es tal nuestra falta de este instinto elemental que cualquiera de nosotros podría estar descalcificado, sin poder moverse, apoyado en una pared, y no se le ocurriría rascar la cal y llevarla a su boca. Estamos desconectados de la conservación de la vida, que es vivir enconsonancia con lo realmente importante; estamos desconectados de la conciencia de cuidarnos. Aún así, instintivamente, seguimos buscando. En el transcurrir de nuestra vida de “buscadores” y “encontradores”, cuando esperamos hallar la respuesta nos topamos con otra pregunta. Y en este intenso juego vamos aprendiendo, creciendo, expandiendo nuestra conciencia y formando una hermosa red humana.
Mas, va a acontecer que alguna vez una pregunta no será contestada porque ya no vamos a estar aquí.Que queden en nuestras alforjas muchas preguntas realizadas, muchas respuestas contestadas, muchos afectos disfrutados, muchos vínculos construidos desde el amor, el afecto, el respeto por nosotros, por los demás y por el Universo todo.
Entonces podremos decir…
“ME ACUNARON LOS DESTELLOS DE LA LUNA, ACARICIE LOS RAYOS DEL SOL, ESTA VIDA FUE UNA HERMOSA EXPERIENCIA Y VALIÓ EL GOCE DE VIVIRLA”
“Hoy he escuchado la música del viento, agitar las copas entrelazadas de los árboles, meciéndose unos a otros en la belleza de la tarde de otoño.
He pedido a Dios que me dé señales de que me escucha, y una alegre mariposa voló a mi lado durante cierto tiempo en una húmeda tarde de invierno. También percibí el aroma del mar mientras las olas acarician una y otra vez a la playa somnolienta.
Y entonces… ¿cómo puedo temer a la muerte, si desde la vida misma se me permite gozar de los privilegios de otras dimensiones reservadas para la eternidad?(1)
Lic. Rosi Germán
(1) Dra.CP Alicia S. Nebbia
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