DIOS PROMETIÓ:
Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Ezequiel 36: 25.
Todos hemos caminado según nuestros deseos, siguiendo lo que hemos admirado en otros, ansiando conocimiento, hemos razonado lo que es el bien y el mal, según lo que hemos visto en nuestros padres, en los amigos, y en todo medio de comunicación a través de palabras o imágenes.
Dios está vivo, él ve todo lo que los hombres hemos hecho con la vida que él nos dio, él nos está mirando con amor, él sabe cuanto nos hemos equivocado. Pero él no está interesado en nuestros errores, él quiere que tú y yo nos sentemos a escucharle, puesto que las palabras de Jehová son palabras limpias, como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces. Salmo 12: 6.
Si quieres hoy escuchar a Dios, abre la Sagrada Escritura más conocida como la Biblia. Empieza por el libro de San Juan que te contará sobre el amor de Dios:
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16
Hoy en la intimidad con DIOS, puedes pedirle:
Lávame más y más de mí maldad, y límpiame de mi pecado.
Salmo 51: 2.
Recuerda que eres amo de lo que callas y esclavo de lo que dices:
Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová. Lamentaciones 3:26. Tal vez quieras hablar, analizar, entender muchas cosas, pero es necesario que escuches a quién te creo, y te ama con pureza.
Lee en voz alta la biblia en la intimidad: Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Romanos 10: 17
Dios no ha escogido ni a sabios ni a ricos
Leer la biblia como el Espiritu santo lo indica,
no requiere entender, ni analizar, ni pensar.
Muchas veces abriremos la Biblia esperando una revelación,
pero la promesa de Dios primero nos indica que primero
somos limpiados por sus palabras.
Así que cuando tengas tiempos libres, ganas de escuchar una palabra
musical, dulce, toma tu biblia en la intimidad de tu cuarto o el lugar de tu casa que prefieras, has una oración corta de agradecimiento y de entrega de tu corazón a Dios.
Comienza a Leer en voz alta para ti,
como quien declama un poema,
que le ha escrito su amado.
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