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General: TU SALUD, TU PLANETA
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De: GRACIELALL (Mensaje original) |
Enviado: 13/11/2009 19:07 |
TU SALUD, TU PLANETA
Cuidar de la propia salud pasa cada vez más por cuidar del entorno. A medida que la Tierra padece, a medida que contaminamos su atmósfera, sus aguas y sus suelos, las enfermedades aumentan.
Por Yes/Ovidio Otxoa
larevistaintegral.com
La Madre Tierra es una proveedora generosa. Pero sólo puede protegernos y ofrecernos sus bienes mientras su salud sea buena. Podemos creer que tenemos derecho a explotar minas, deforestar, cambiar el clima, confeccionar y liberar miles de combinaciones químicas y rediseñar la vida misma sin que ello nos acarree consecuencias. Pero ahí están las señales de que sí hay consecuencias. Sólo hay que verlas: el asma infantil, la epidemia de cáncer de mama y de próstata, el descenso de la cantidad de espermatozoides y los problemas de fertilidad... Podemos ser excépticos, porque las demostraciones científicas pueden ser demasiado sutiles como para convencernos de que la causa directa de éstas y otras enfermedades es el daño infligido al planeta. Pero tenemos los niños que padecen deficiencias cognitivas, los cientos de miles de personas que sufren cáncer (una enfermedad cuya incidencia aumenta sin cesar, aunque en los años 70 la Administración Nixon dijo que al acabar la década el cáncer estaría vencido) o los millones de personas que tienen dificultades respiratorias cuando la calidad del aire empeora. Algo está pasando en nuestro entorno. De hecho, cada vez hay más datos que confirman que hay más de 100 enfermedades y afecciones propias de nuestra época en las que la exposición a sustancias químicas seguramente tiene algún tipo de relación. Esta lista incluye el asma, las alergias, el autismo, muchos tipos de cáncer, los trastornos del aprendizaje, la endometriosis, la infertilidad, el Parkinson y muchos más.
Toxinas en el cuerpo
Los científicos empiezan a comprender que todos los seres humanos de la Tierra llevan cientos de toxinas bioacumulativas persistentes en el cuerpo (sustancias químicas que permanecen en nuestro cuerpo a lo largo del tiempo), algunas a niveles que en estudios realizados con animales están asociados con enfermedades similares a las endémicas entre la población humana. De manerasimilar, los científicos han empezado a establecer que los niveles bajos de estas sustancias químicas en nuestros cuerpos, que en su tiempo se creyó que eran niveles seguros, pueden tener efectos significativos para la salud. Ciertamente, la vida en la Tierra está deteriorándose. Nos encontramos ante la sexta gran oleada de extinciones en la historia de nuestro planeta. Estamos llevando la biodiversidad 65 millones de años atrás, a su nivel más bajo de vitalidad desde el final de la era de los dinosaurios. El cambio climático, la disminución de la capa de ozono, la toxicidad química, la destrucción de los hábitats y las especies invasivas o infecciosas son cinco de los principales elementos de esta era de extinciones. ¿Hay esperanza en esta historia de deterioro ambiental y de enfermedad humana? Ciertamente. Nace cuando empezamos a comprender que verdaderamente hay algo que une a unos seres vivos con otros. Que nuestra salud depende también del bienestar del planeta Tierra. Si cuidamos los cuerpos con los que hemos nacido, también deberíamos cuidar a la Tierra que les dio la vida y nos mantiene cada día con su aire, agua, alimento y cobijo. Esto es algo que los pueblos indígenas de todo el planeta saben desde siempre. Ponerlo en práctica está transformando vidas [ver recuadros] aquí y ahora, y puede cambiar radicalmente el futuro de la vida en nuestro planeta.
Renacimiento ecológico
El movimiento en favor de la salud ambiental –que cuenta con cada vez más seguidores en Estados Unidos y países europeos como Alemania y Austria o los países escandinavos– tiene puntos en común y otros distintos de los ecologistas. Hoy, muchos de los analistas del movimiento ecologista reconocen que –a pesar de todos sus logros– este movimiento no ha conseguido relacionar su aferrada defensa de la naturaleza con la preocupación inmediata de la mayoría de personas que viven en un mundo cada vez más urbano: es decir, la preservación de la propia salud. Aunque la verdad es que la salud humana, la salud animal y la salud del ecosistema están conectadas de modo inextricable. La salud de la humanidad es el lenguaje común para aquellos que no estarían de acuerdo en nada más. Puede que no nos importe la supervivencia del lince ibérico o la sustitución de la gasolina por el hidrógeno. Pero a todos nos importa si nosotros y nuestros seres queridos estamos bien o mal de salud. Cuando los pacientes de cáncer, las mujeres con endometriosis, las madres con hijos asmáticos y defectos de nacimiento y los representantes de docenas de otras familias de enfermedades empiezan a reconocer su interés común por reducir las sustancias químicas contaminantes del medio ambiente, entonces conforman una nueva y poderosa fuerza social. Cuando a éstos se les añaden los médicos, las enfermeras y otros profesionales de la salud que cuidan de ellos y están en contacto diario con esta realidad, la fuerza de este movimiento aumenta mucho más. Al igual que en su momento la defensa de los derechos democráticos en España o los derechos civiles en Estados Unidos, el movimiento naciente para la salud ambiental es un fenómeno complejo. Agrupa, en una alianza compleja, a muchos grupos con distintos intereses principales. Para los grupos de pacientes, por ejemplo, el interés principal es la atención médica y la búsqueda de una cura. Sin embargo, en cuanto empiezan a ver que prácticamente está confirmado que los factores ambientales contribuyen a que contraigan las enfermedades que padecen y que tienen en común, su interés por la prevención ambiental y terapéutica se incrementa. Como los grupos de pacientes están en el centro de esta naciente tendencia en favor de la salud ambiental, las mujeres están destinadas a desarrollar un papel central en su desarrollo. Todas las investigaciones sobre la opinión pública demuestran que las mujeres son mucho más propensas que los hombres a preocuparse por las amenazas a la saludde sus familias.
Herramientas de cambio
Los defensores de la justicia medioambiental hace mucho que han comprendido que las incineradoras, los vertederos de desechos tóxicos y las plantas químicas de la calle de enfrente les están provocando enfermedades; al igual que los profesionales de salud laboral o los técnicos de salud que trabajan con los sindicatos. Pero la prioridad de los grupos estrictamente ambientalistas es seguramente lo que les está ocurriendo a la vida salvaje y a los ecosistemas. Por otro lado, las agrupaciones de consumidores y de enfermos, los profesionales de la salud, muchos científicos y defensores de la salud laboral están cada vez más sensibilizados con los problemas ambientales, porque cada vez tienen más evidencias de su relación con los problemas de salud que son prioritarios en su actividad. Unos y otros están empezando a reconocer la conveniencia de unir fuerzas. De esta unión han salido campañas que han tenido éxito. Un ejemplo es la creciente presión para retirar del mercado los productos de PVC. Las denuncias de algunos grupos –como Greenpeace– sobre el riesgo para la salud de este plástico fueron secundadas por algunas asociaciones de consumidores. El resultado fue la prohibición en la Unión Europea de todo tipo de artilugios infantiles hechos con PVC y una legislación restrictiva que, aunque no está a la altura de la amenaza tóxica que supone este plástico, es un ejemplo de la fuerza que tiene la presión simultánea de conservacionistas ambientales y de la salud. Otro ejemplo es el del boicot a los alimentos transgénicos, que está provocando una auténtica guerra de declaraciones entre la Administración Bush y la Unión Europea. El rechazo a estos alimentos por su riesgo ambiental y para la salud fue masivamente secundado en Europa y la UE se vio obligada a establecer una moratoria provisional. Estados Unidos no ha cesado de amenazar en todo este tiempo con represalias económicas. Parece que el respaldo de la OMC está decantando el pulso del lado americano, pero sólo hasta cierto punto: el etiquetado obligatorio dejará en manos de los consumidores europeos la decisión final.
Un momento decisivo
Para aquellos que piensan que un futuro sostenible es una fantasía utópica, merece la pena rememorar la historia de los últimos 250 años tanto en sus aspectos positivos como en los muchos negativos. En este período de tiempo extraordinariamente corto, los países de todo el mundo han instaurado democracias como forma prevaleciente de gobierno, han puesto fin a la esclavitud que fue un modelo aceptado durante milenios, han reconocido los derechos de las mujeres, han legislado el trabajo, y han extendido los derechos legales a los presos, los enfermos mentales y a los niños. Muchas personas actualmente vivas han conocido la fuerza del movimiento por los derechos civiles, el movimiento por el medio ambiente, el movimiento por los derechos de los homosexuales y muchos otros movimientos de concienciación ciudadana. Todos estos movimientos tienen algo en común: es el aumento gradual del sentimiento de respeto por lo que compartimos con las otras personas y con las otras formas de vida. ¿Cómo se reune la voluntad colectiva para realizar esta gran evolución del modo de pensar y de la tecnología, cuando quienes se oponen a esto dominan cada uno de los sectores del sistema global? La respuesta de los conservacionistas de la salud es sencilla: por instinto de supervivencia. Al mismo tiempo que la humanidad se vaya concienciando de la realidad de esta era de degradación ambiental, es posible que vayamos entrando en uno de los momentos reveladores de la evolución de la conciencia humana. A medida que esta conciencia colectiva se vaya haciendo más profunda, es posible que empecemos a descubrir la voluntad colectiva para devolver el sistema globalizado en el que vivimos a los principios de vivir respetando la naturaleza. Mucha de la vida que habíamos heredado ya ha sido destruida. Mucha más se malgastará en los próximos años. Pero el hecho de conseguirlo o fracasar es importante, pero no lo único. Lo que debemos plantearnos es cómo elegimos vivir, una pregunta que siempre es oportuna, pero que para nosotros, habitantes de este planeta azul en el siglo XXI, es necesaria y urgente. El futuro y nuestra calidad de vida depende de ella.
Consecuencias para la salud de la contaminación ambiental
La Declaración de Bangkok (2002) de la OMS estimaba que más de la cuarta parte de la carga mundial de morbilidad tiene su origen en factores ambientales. Por si la frase parece abstracta, un dato: más de 5 millones de niños menores de 14 años mueren de enfermedades relacionadas con el medioambiente. De hecho cada vez hay más evidencias del coste para la salud de un planeta ambientalmente degradado. Y no es sólo una cuestión del Tercer Mundo. El doctor Roberto Bertollini, de la OMS, dice que «Europa está haciendo frente a una epidemia de enfermedades relacionadas con las alergias y el asma». Un reciente estudio (en The European Respiratory Journal) indica que «los niños que viven a menos de 50 metros de calles muy transitadas tienen casi el doble de probabilidades de padecer asma alérgico». Según el informe sobre la salud mundial del año 2002 de la OMS, «recientes estudios epidemiológicos han identificado serios efectos en la salud derivados de la contaminación del aire, incluso en las [bajas] concentraciones de Europa occidental y Norteamérica». De hecho, esta contaminación se relaciona con el aumento del cáncer de pulmón, tráquea y bronquios y buena parte de las enfermedades respiratorias. Según la OMS, el cambio climático y la exposición a temperaturas extremas –como las del pasado mes de junio– aumenta también la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Y eso sin contar las víctimas por desastres derivados del cambio climático, como desbordamientos de ríos e inundaciones.
El camino de la ecopsicología
La relación directa entre la salud del medio ambiente y la salud de las personas no se limita a lo físico; la eco psicología es una corriente multidisciplinar que reivindica el contacto con la naturaleza como fuente indispensable para el equilibrio psicológico. Theodore Roszak, profesor de Historia y director del Ecopsychology Institute de la Universidad de California, fue el primero en formular este concepto:
Nada de esto es nuevo para la biología de la conservación, la disciplina madre de la que nace la medicina de la conservación. Un término, el de «conservación», que define bien a quienes ni celebran ni desean el final de la naturaleza. Son –debería reconocerse así– los verdaderos conservadores de nuestro tiempo. Son conservadores en el sentido etimológico de la palabra porque están dedicados a la conservación de los ecosistemas naturales y artificiales y de las formas de vida de la Tierra. Son conservadores porque quieren que nuestros hijos y loshijos de éstos no sean genéticamente modificados, que la naturaleza nos rodee y podamos llevar una vida ligera y lo más sensata posible sobre la Tierra. Este camino para salvar toda la vida de la Tierra que se pueda –el camino de lo que el divulgador ambiental David Orr llama ecological reinaissance (renacimiento ecológico)– está relacionado con el movimiento naciente de la salud ambiental. Por ejemplo, el derecho de las mujeres a gestar y a dar el pecho a sus bebés sin toxinas será seguramente uno de los temas más discutidos sobre derechos humanos en este siglo. Pero la salud ambiental no es sólo «ecológica». La justicia social es igualmente un factor importante. El impacto de la pobreza sobre la salud es una realidad sobrecogedora, incluidos los países desarrollados. Datos científicos sobre «diferencias en los estados de salud» demuestran cada vez más que la diferencia de renta familiar es uno de los elementos de predicción más eficaces de la salud pública. Los países que fomentan una mayor igualdad social disfrutan de una mejor salud y los países con mayor diferencia entre los ricos y los pobres (como Estados Unidos) sufren una peor salud pública. Pragmáticamente, una sociedad sin diferencias abismales entre unos y otros ayuda a fomentar una mejor salud en cualquier lugar del mundo. Y el fomento de la igualdad suele ir acompañado al mismo tiempo de una mayor preservación del medio ambiente.
Unir fuerzas
El inconsciente ecológico es el núcleo de la mente; es la memoria viva de la evolución cósmica. En su represión radica el desequilibrio en la sociedad industrial.
La meta de la ecopsicología es curar la alienación entre la recién formada psique urbana y el entorno natural.
La terapia ecopsicológica quiere recuperar la visión infantil de la naturaleza, su conexión animista con ella. Para eso recurre a técnicas de sanación tradicionales, a partir de las cuales crear el ego ecológico.
El ego ecológico evoluciona hacia un sentido de responsabilidad ética con el planeta. Busca que se extienda a las relaciones sociales y las decisiones políticas.
Hay que reevaluar ciertos rasgos «masculinos» que determinan una relación de dominio sobre la naturaleza. En este aspecto enlaza con el ecofeminismo.
La ecopsicología no es antiindustrial, es postindustrial.
Hay sinergia entre el bienestar planetario y el personal.
LIMPIAR EL ENTORNO PARA CURARSE UNO MISMO
- Río recuperado, personas más sanas
El río fue la excusa perfecta para que desde el Centro de Salud de Villel (Teruel), que agrupa a diez poblaciones pequeñas y aisladas con pocos habitantes, un grupo de médicos trabajaran para concienciar de los problemas del medio ambiente y la salud. Todo empezó cuando detectaron que bastantes personas mayores morían de cáncer. Y se preguntaron: «¿Cómo puede haber agentes culpables tan nefastosdentro de unentorno tan bucólico... donde apenas hay nada?». Lo primero que advirtieron fueron los grandes inconvenientes que generaba el río al pasar junto al centro de salud: un cauce sucio y maloliente utilizado como basurero, y cuyas aguas no servían ni para saciar la sed de las ovejas ni de los huertos. Entonces elaboraron un proyecto comunitario y participativo que ha abordado el cuidado del medio ambiente como instrumento para mejorar la salud. El tema central es el río, pero a partir de él han desglosado todas las facetas de nuestra vida: el río como reclamo turístico y lugar de ocio, el río como fuente para el riego de huertas de donde procede la calidad de los alimentos, el agua medicinal y balnearia, y el agua como centro de toda vida. Sin duda, un proyecto que hace revivir, no sólo a las personas, sino a toda esta zona.
- Una experiencia renovadora
John Beal es un veterano de la guerra de Vietnam al que los médicos le dijeron que le quedaban sólo cuatro meses de vida. John se dirigió al arroyo que bordea su casa, un canal de navegación dragado en los suburbios de Seattle, rodeado por fábricas de cemento y repleto de residuos tóxicos. «Bajé al arroyo y me puse a llorar», dice John. «Entonces se me ocurrió una idea; si vas a irte, por decirlo de alguna manera, intenta dejar este lugar mejor de lo que lo encontraste. Miré al arroyo y todo lo que deseaba era limpiarlo». Desde ese día, hace 23 años, John ha destinado todas sus energías a limpiar y restaurar este arroyo contaminado y toda su cuenca, y ha reclutado a cientos de voluntarios que le ayudan en este trabajo. La zona revivió rápidamente; al poco de aclarar las aguas y replantar las riberas pequeños salmónidos empezaron a poblarlo, y ahora también lo habitan otras especies de peces y hasta castores. John ha visto cómo el contacto con la naturaleza transformaba las vidas de muchos de losvoluntarios, cómo gente impedida recuperaba la movilidad, cómo personas estresadas y deprimidas recobraban la ilusión porque tenían de nuevo «una misión» en la vida. Para John, el impulso para hacer resturación ambiental es restaurador en sí mismo: «Me ha dado fuerzas y me ha mantenido vivo».
LA SALUD EMPIEZA POR LO QUE COMEMOS
- Curar la tierra con alimentos ecológicos
Los alimentos ecológicos no sólo son más saludables para cada persona, también ayudan a regenerar el entorno natural y social. Varios estudios recientes confirman que son más ricos en nutrientes (vitaminas, minerales y fitoquímicos). Además están libres de plaguicidas. En un estudio realizado por la investigadora Virginia Worthington publicado en The Journal of Alternative and Complementary Medicine en 2001, se compararon los nutrientes y el contenido en nitritos de vegetales cultivados ecológicamente con otros convencionales cosechados en la misma zona y época. De los 12 elementos que se analizaron, 4 nutrientes y 1 sustancia tóxica resultaron significativamente diferentes: la vitamina C, el hierro, el magnesio, el fósforo y los nitratos. Para cada uno de los nutrientes, los cultivos ecológicos tenían un mayor contenido nutritivo en más de la mitad de las comparaciones. Por ejemplo, el contenido de vitamina C en una fruta u hortaliza ecológica era el 27% mayor. Las espinacas ecológicas tenían un 52% más de vitamina C que las convencionales, la col un 43% más. Las zanahorias ecológicas aportaron un 69% más de magnesio. En cuanto a nitratos, el cultivo ecológico tenía menor contenido la mayoría de las veces. Aparte de estas ventajas para la salud individual, el cultivo de alimentos ecológicos no sólo respeta la tierra sino que ayuda a regenerarla tras décadas de abuso por parte de la agricultura convencional. Las granjas ecológicas no contaminan las aguas con plaguicidas ni nitratos y contribuyen a laremineralización y fecundidad de latierra.
- La dama de las semillas
En medio de la atmósfera contaminada del barrio de Watts, una de las zonas más conflictivas y marginales de Los Ángeles, las semillas germinan, los huertos orgánicos florecen, los jóvenes descubren una vocación y los alimentos ecológicos y saludables se están convirtiendo en una parte de la dieta cotidiana. Esta experiencia se debe a Ann Marie Carter –conocida como la dama de las semillas– maestra jardinera que practica la acción directa al construir huertos ecológicos gratuitos para enfermos de sida, cáncer, diabetes, hipertensión y otras dolencias. Hace años Ann Marie abrió un floristería en el barrio y el mismo día de la apertura tres niños se ofrecieron espontáneamente como ayudantes. Juntos cultivaron sus propios tomates, y los niños los vendían para pagar material escolar o ayudar con las facturas de sus casas. El club de amigos de Watts fue creciendo; ahora cultivan sus propios alimentos ecológicos, con los que abastecen a la gente del barrio, han creado su mercado de granjeros y enseñan a los jóvenes conceptos de agricultura, empresa y comercio. Hay clases para fabricar productos naturales para el baño con el sello «Made in Watts». Se enseña a los vecinos a cultivar sus propias hortalizas en casa. En su cocina se sirven comidas veganas y vegetarianas. También organizan recolectas para ayudar a los enfermos de sida y contra las drogas. Así, una nueva generación está creciendo más sana y con otros objetivos en la vida. Un proyecto que empezó velando por la salud de los alimentos ha repercutido en la salud de todo el barrio.
EL LEGADO A LAS GENERACIONES FUTURAS
- Amenaza a la inteligencia de los niños
La antropóloga Elizabeth Guillette ha comparado la salud de dos grupos de niños que se han criado en condiciones similares, en el Valle de Yaqui (Méjico). Pero los del fondo del valle han vivido en un entorno dondese han utilizado plaguicidas desde principios de los años 50, mientras que los de las laderas de los montes crecieron en un ambiente limpio. Guillette halló que a los niños expuestos a los plaguicidas les costaba más atrapar pelotas, lo cual denotaba una mala coordinación entre la vista y las manos. Además tenían menos resistencia física y menos memoria. Pero el hallazgo más significativo se produjo al analizar los dibujos realizados por los niños. Cuando se les pidió que dibujaran personas, los niños de cuatro años expuestos a plaguicidas garabatearon formas raras con divisiones abstractas difíciles de reconocer. En cambio los niños de los montes situaron cuidadosamente las partes del cuerpo y la cara. Guillette comprobó que los retrasos en el desarrollo físico y psíquico se mantenían a medida que los dos grupos de niños crecían. Además los niños del fondo del valle eran más enfermizos.
- La leche materna está afectada
En la leche materna se pueden encontrar más de 200 sustancias químicas fábricadas por el ser humano. Por tanto la leche materna se ha convertido en un indicador de la contaminación ambiental, y por eso algunos grupos que trabajan en prevención de la salud piden que se realicen controles periódicos de muestras de leche materna. A pesar de todo, sigue siendo el mejor alimento para los bebés debido a sus beneficios inmunitarios y neurológicos, sobre todo cuando la lactancia puede ser prolongada. Pero la acumulación de químicos en el cuerpo se está notando también en el alarmante aumento de casos de cáncer de mama en los países industrializados. Además de los cambios en la dieta y la maternidad, cada día toma más fuerza la hipótesis de que los contaminantes ambientales –en concreto los que imitan las hormonas– son clave en la aparición de la enfermedad. Las investigaciones muestran que las mujeres más expuestas tienen un riesgo mayor de contraer este cáncer. Algunas de estassustancias son medicamentos como eldietilestilbestrol (DES), ingredientes de losplásticos como el bisfenol A y los ftalatos del PVC (cloruro de polivinilo), la dieldrina, el endosulfán y otros plaguicidas. Otras sustancias sintéticas relacionadas con el cáncer de mama son los disolventes orgánicos que se utilizan, por ejemplo, en la fabricación de componentes para ordenadores, y los hidrocarburos aromáticos pocíclicos que se encuentran en las cenizas y en los humos procedentes de la combustión del gasoil, la gasolina, los aceites o los cigarrillos |
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Gracielita, mil gracias por este excelente aporte,
cuanta verdad ahi en esto que leo y como afecta nuestra
salud, debemos tomar decisiones y empezar a contribuir con el
mantenimiento y cuidado de nuestro planeta, este ha sido un
legado de Dios para cada uno de nosotros, necesitamos tomar conciencia y empezar a actuar ahora!!!!
Dios te bendiga amiga
Ximena
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