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Cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.
Romanos 14:12.

Ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.
1 Pedro 4:5.

He aquí, en esto no has hablado justamente;

Yo te responderé que mayor es Dios que el hombre.
¿Por qué contiendes contra él?
Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones.
Job 33:12-13.
 
 
¡No tengo que dar cuenta a nadie!

       «Hago lo que quiero; no necesito a nadie; no es mi culpa, el otro me provocó», son expresiones corrientes, ¡y no sólo en boca de jóvenes contenciosos!
       El único que no tiene que dar cuenta a nadie es Dios, y mucho menos a nosotros, sus criaturas; no obstante lo acusamos con insolencia de todos los males que nos acontecen. Nosotros, los humanos, deberemos dar cuenta “de toda palabra ociosa” (Mateo 12:36), arrogante y blasfema que salga de nuestra boca, pues somos responsables de nuestras palabras y comportamiento, de la orientación de nuestra vida, del empleo de nuestro tiempo… No, no soy mi propio dueño. Quizás algún día Dios me diga: Te di inteligencia, salud, numerosas capacidades, ¿qué hiciste con todos esos dones? “Da cuenta de tu mayordomía” (Lucas 16:2). También dirá: Te hablé cierto día en el mes de mayo del año 2005, ¿qué escuchaste ese día? ¿Qué hiciste con Jesucristo? ¿Quién es él para ti? “Este es el verdadero Dios, y la vida eterna” (1 Juan 5:20).
       “Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida… Vosotros que creéis… sepáis que tenéis vida eterna” (1 Juan 5:11-13).

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