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General: CUENTOS DE NAVIDAD: El árbol de Felipe
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: GRACIELALL  (Mensaje original) Enviado: 09/12/2009 17:42
  CUENTOS DE NAVIDAD: El árbol de Felipe

                         

ARBOL DE NAVIDAD

                      CLICK          

El árbol de Felipe

Por Efraim Medina Reyes
web.unab.edu.co

1
La moto se detuvo frente a una pequeña casa en medio de un terreno baldío. Felipe, con el árbol apretado contra su pecho, permanecía en medio de aquellos hombres. El parrillero se bajó y tiró de Felipe que cayó al piso abrazado al árbol. El que conducía la moto soltó una risita estúpida. Felipe se había puesto en pie. El parrillero lo condujo a empujones hacia la casa. El interior era húmedo y sólo por una ventanita con barrotes entraba algo de luz. Había varias personas más allí. Un niño se le acercó
.- ¿Ya es Navidad? -preguntó el niño.
- Faltan unos días -dijo Felipe.
El parrillero salió y cerró la puerta. El niño empezó a llorar. Felipe miró a la otra gente: había dos ancianos, una señora de mediana edad, una mujer joven y el niño que lloraba. Los dos ancianos hablaban al fondo del cuarto. La mujer joven se acercó a Felipe.
- ¿De dónde te traen?
- De Molinos -dijo Felipe. Su expresión era triste-. El 25 es mi cumpleaños, cumpliré once y mi mamá...
La voz de Felipe se quebró y la mujer contuvo las lágrimas.
- Tranquilo -dijo la mujer-. No va a pasarte nada.
- Ellos le dispararon a mi mamá.Dos rabiosas lágrimas bajaron por las mejillas de Felipe.
- Tu árbol está bonito-dijo la señora.
- Era más alto -dijo Felipe mirando el árbol-.
Estaba lleno de luces y bolas de colores...
- Tranquilo -dijo la mujer joven-. Pronto volverás a casa.


2
Manrique, el jefe de la banda, se paseó inquieto por la sala.
- ¿Cuándo? -sus ojos echaban chispas-.
¿Cuándo diablos van a entregar el dinero?
- Falta arreglar lo del último -dijo Otero, un hombre gordo y de corta estatura-. El padre dice que sólo tiene la mitad.
- Entonces sólo le devolveremos la mitad de su hijo -dijo Manrique.
- La madre está grave -dijo Olga, una muchacha alta de ojos fríos.
- Qué se pudra -dijo Manrique.
Otero se puso a fumar.
- El que no pague el rescate antes del 24 le mandamos su muerto -dijo Manrique y agregó mirando a Olga-. Hoy no les den comida, no vamos a gastar pólvora en gallinazos.
- Pero esos ancianos están muy débiles -dijo Olga.
- ¿Eres de la Cruz Roja o qué? -preguntó Otero irónico.
- ¡Cállate! -gritó Manrique a Otero.
Este lo miró con odio-.
No me mires así o verás lo que pasa.Otero miró hacia otro lado y apretó los puños hasta sentir que le dolían los huesos.

3
El 20 de diciembre se llevaron a uno de los ancianos y a la mujer joven. Felipe se había encariñado con ella y se puso triste. Ella le dijo que debía ser fuerte, que pronto los soltarían a ellos.
- ¿A dónde los lleva? -preguntó la señora a Otero.
- ¿Qué te importa? -dijo Otero-. Más bien piensa en lo que va a pasarte a ti.
- ¿Qué quiere decir? -preguntó la señora, el color se había ido de su rostro.
- Que tus familiares son una partida de tacaños -dijo Otero con desprecio.
- Ellos no son ricos como ustedes creen -dijo la señora.
- Eso dicen todos -dijo Otero.
Cuando salieron la señora se sentó en el borde de la cama y se puso a rezar. El anciano que quedaba se sentó junto a ella. Dagó abrazó al otro niño, estaban sentados junto al árbol, la Estrella de David aún brillaba en la parte alta del árbol.
- ¿Crees que nos maten? -preguntó el niño a Felipe.
- No -dijo Felipe con fi rmeza-. El Niño Dios nos protegerá.
- Yo le pedí una bicicleta nueva, de esas de carrera -dijo el niño.
- Yo quería una moto -dijo Felipe con voz apagada-. Ahora sólo quiero que salve a mi mamá.


4
Manrique llamó a Otero.
- Ya pagaron al otro viejo así que sácalo.
- ¿Y los otros qué, jefe?
- Están casi fritos -dijo Manrique-. No voy a rebajar un peso más por ellos.
- ¿Entonces qué? -preguntó Olga.
- Si no arreglamos mañana lo de ellos, los fritamos -dijo Manrique-. No voy a pasar la Navidad aquí matando zancudos.
Otero salió a cumplir la orden.
- ¿De verdad vamos a matar a esos niños y a la vieja? -preguntó Olga.- No -dijo irónico Manrique-, lo que vamos a hacer es enviarlos envueltos en papel regalo a sus casas.
Otero entró arrastrando al viejo.
- ¿Qué le pasa a ése? -preguntó Manrique.
- Cree que lo vamos a matar -dijo Otero.
- Ganas no me faltan -dijo Manrique-, pero negocio es negocio.
- ¿Dónde lo dejo, Jefe?
- Entrégaselo a Pinto, ya hablé con él.
Otero salió con el viejo cogido por el cuello de la camisa.
- ¡Son unas bestias! -dijo el viejo.
- ¡Peor cucho! -gritó Manrique-. Somos seres humanos.
La risa de Manrique se confundió con la de Olga y Otero.


5
La víspera de Navidad amaneció lloviendo. Otero sacó a los dos niños y a la señora del cuarto y los llevó a un paraje solitario, allí los ató de pies y manos, los amordazó y regresó con Manrique y Olga.
- Están listos jefe -dijo Otero.
- ¿Quién lo hará? -preguntó Olga.
Manrique señaló con el dedo a Olga.
Otero se echó a reír. Olga estaba pálida.
- Que lo haga Otero -dijo Olga.El dedo de Manrique siguió señalándola. - A mí me da igual -dijo Otero.
- ¡Cállate! -gritó Manrique-
Si digo que ella lo haga, lo hace y punto.
Otero miró con odio a Manrique.
Este lo acuelló y lo sacudió con fuerza. Otero trató de zafarse.
- Está bien -dijo Olga-, lo haré.
Manrique soltó a Otero y le pasó su revolver a Olga.
Otero se arregló el cuello de la camisa, su cara estaba roja y sus manos temblaban por la furia.
Olga se dirigió a donde estaban los prisioneros, Manrique y Otero fueron tras ella.


6
- ¡No nos maten! -suplicó la señora con un hilo de voz-, al menos no a los niños.
Olga les apuntaba sin saber por quién empezar. Manrique estaba sacándose mugre de los dientes con un palillo; miraba la escena como si fuese un paseo. Otero tras él respiraba intranquilo.
- Acaba ya -dijo Otero.Manrique miró a Otero y éste agachó la cabeza. Olga pegó el índice al gatillo, apuntó a la señora, sus ojos se entrecerraron.
- Baje el revolver -dijo tras ellos una voz grave y segura-.
No se vuelvan.
Olga movió el dedo sobre el gatillo y luego dejó caer el arma.
Manrique se volvió rabioso hacia aquella voz y una bala le perforó el hombro y lo hizo caer de espaldas.
Otero tiró su revolver.
El que había hablado caminó hacia los prisioneros.
Otros dos hombres surgieron tras él y se encargaron de los secuestradores.
El más joven estaba hablando por un celular.
- ¿Quiénes son ustedes? -preguntó Olga.
Los tres hombres vestían de civil.
El único que había hablado desató a los prisioneros.
- ¡Papá! -gritó Felipe abrazándose a él.
Otero miró al padre de Felipe como si fuese un fantasma.
- ¿Cómo llegaron aquí? -preguntó Olga, parecía estar en trance.
- ¡Tío Héctor, abuelo! -gritó Felipe mirando a los otros dos hombres que los habían salvado.
Manrique había perdido el conocimiento y seguía sangrando.
- ¿Cómo nos encontraron? -preguntó Otero sin poder creer lo que estaba pasando-.
¡Díganlo ya, maldita sea!El padre de Felipe se metió la mano en el bolsillo de la camisa y sacó una bolita roja, la sostuvo en su mano para que Otero pudiera verla bien, Olga miró la bolita con expresión idiota.
- Es del árbol -dijo Otero con una voz lejana-.
No hubo fuerza humana que pudiera separarlo del maldito árbol.
- Los adornos y pedazos de árbol que fueron cayendo nos trajeron hasta aquí.
Por fortuna las palomas no comen adornos navideños -explicó el padre de Felipe a la señora que lloraba abrazada al niño.
- ¿Y mamá? -preguntó Felipe con angustia.
- Se pondrá bien en cuanto te vea -dijo el tío Héctor.
El abuelo y Felipe se abrazaron, el viejo no pudo contener las lágrimas.
- ¿Por qué trajiste el árbol? -preguntó la señora mirando a Felipe.
- No sé -dijo Felipe-.
Cuando ellos me sacaron de la casa me abracé al árbol y ya no pude soltarlo.
- Fue cosa de Dios -dijo la señora.
El sonido de un helicóptero invadió el lugar que en pocos minutos se llenó de policías y periodistas.

              

                          




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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Ximena777 Enviado: 09/12/2009 22:34
 

                                                                                                                   


“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre
su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero,
Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”
~Isaías 9:6~

 

                                                                                                                                                                         Gracias  amiga

Muy sobrecogedor el cuento.

Dios te bendiga y llene tu vida de paz-

Cariños, Ximena

 

 



 
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