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"Sólo podréis acceder al mundo divino si trabajáis para armonizaros con él. De lo contrario, en el momento en que os presentéis ante él, os veréis obligados a parar como en un paso fronterizo: al verificar lo que lleváis en vuestras "maletas", el aduanero os dirá: "¿Qué tienes en la cabeza? ¡Pero si son unos pensamientos horrorosos! Veo únicamente cálculos, artimañas, críticas... Y ahora, muéstrame tu corazón. ¡Oh! Este egoísmo, esta envidia!... Veamos tu voluntad. No es mucho mejor: ¡cuánta debilidad, cuánta pereza!... Pues bien, debes saber que así no puedes pasar." Sí, de la misma forma que ciertos países no aceptan la entrada de algunos productos, de determinados objetos, el Reino de Dios es un país en donde las debilidades, los malos pensamientos, los malos sentimientos, no son aceptados. O bien os desembarazáis de todos ellos, o no entraréis en él. Sólo aquel que cumple las condiciones es autorizado a penetrar en el Reino de Dios."
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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