RIMAS HUMANAS
12
Cayó la torre que en el viento hacían mis altos pensamientos castigados, que yacen por el suelo derribados cuando con sus extremos competían.
Atrevidos al sol llegar querían, y morir en sus rayos abrasados, de cuya luz contentos y engañados, como la ciega mariposa ardían.
¡Oh, siempre aborrecido desengaño, amado al procurarte, odioso al verte, que en lugar de sanar abres la herida!
¡Pluguiera a Dios duraras, dulce engaño, que si ha de dar un desengaño muerte, mejor es un engaño que da vida!
Lope Félix de Vega y Carpio
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