"Todos poseemos un alma y un espíritu, y este alma y este espíritu tienen necesidades. Si mucha gente no las sienten, es porque las han reprimido dejándose llevar por una vida sin ideal. Pero estas necesidades están ahí, y a veces se manifiestan en los seres sin que ellos mismos puedan comprender el idioma. Todas estas experiencias peligrosas, como por ejemplo la droga, que actualmente tientan a los jóvenes y también a los adultos, son las expresiones de una carencia, una llamada del alma hambrienta de infinito y que reclama su alimento... Porque ¿qué queda para el alma en una sociedad en la que se destruye toda creencia en el mundo divino, y en la que se le presenta como ideal la lucha política, el éxito económico o social? Puesto que se le priva de alimentos espirituales que necesita para lanzarse al espacio, va a buscar estos elementos en la materia, en sustancias como el tabaco, el alcohol, la droga... todo lo que se llama «paraísos artificiales». Pues sí, cuando no se dan al alma alimentos espirituales que ella necesita, intenta arreglárselas con alimentos materiales. Sólo que estos alimentos destruyen al hombre."