"El agua contiene grandes misterios, y algunos de estos misterios van unidos a la sangre. La sangre es un agua sublimada. Entre el agua y la sangre existen grandes analogías, y no sólo entre el agua y la sangre, sino también entre el agua, la sangre y la luz. La luz del sol, que es su sangre, es igualmente una forma del agua, una forma superior del agua. Por esto durante la última cena que tomó con sus discípulos, Jesús dijo: «Aquél que come mi carne y que bebe mi sangre, tiene la vida eterna.» Esta sangre, es la luz que viene del sol. Como el agua forma parte de vuestra existencia diaria, creéis conocerla. No, sólo conocéis sobre ella algunos aspectos y algunos usos. Pero el día en que lleguéis a pensar y a sentir el agua como sangre y como luz, sólo entonces la conoceréis y sabréis cómo utilizarla en vuestro trabajo espiritual."