La Sagrada Escritura, el Magisterio de los Papas, de los Obispos y la experiencia de los santos de la Iglesia, nos dicen con diversos lenguajes que el Espíritu Santo es Dios como el Padre y como el Hijo. (CIC, 685). Es el lazo de unión entre ellos. Es el Amor increado que procede del Padre y del Hijo. Es la fecundidad y la Vida de Dios en la misma Trinidad. Es la santidad de Dios. Es la "emanación" constante de Dios en sí mismo. Es "el alma" del Padre y del Hijo. Es su voluntad. Es la "fecundación" divina de Dios que no ha tenido inicio ni tendrá fin.
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