"A través del calor, es como la naturaleza templa el oro, así como todos los metales. El oro es pues semejante a un alimento ¡que la cocinera ha puesto en el horno! Pero si en la naturaleza el oro se forma muy lentamente, porque el fuego que lo cuece es muy débil, nosotros, para producir el oro espiritual, tenemos posibilidad de proceder más rápidamente aumentando el calor. Pero también es preciso tener cuidado de no quemarlo todo. Se puede comparar el aprendiz a alquimista con el aprendiz a cocinero que todavía no sabe regular el fuego: o bien deja que se quemen los platos, o bien el calor es tan débil que no se cuecen suficientemente. Para llevar a buen puerto la gran obra y formar en nosotros la piedra filosofal, debemos encender en nosotros el fuego del amor, y aprender a regularlo. Con amor se acelera el proceso; pero el amor, como el fuego, requiere a su vez un gran dominio, de lo contrario, ahí también se corre el riesgo de quemarlo todo. El amor es el fuego más terrible que existe si no se sabe dominar; por esto siempre debe ser templado por la sabiduría. La piedra filosofal es este estado de conciencia divino que sólo se puede alcanzar mediante el amor y la sabiduría."