
A una dama tuerta y muy hermosa
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Para agotar sus luces la hermosura en un ojo no más de vuestra cara, grande ejemplar y de belleza rara tuvo en el sol, que en una luz se apura.
Imitáis, pues, aquella arquitectura de la vista del cielo, hermosa y clara; que muchos ojos, y de luz avara, sola la noche los ostenta obscura.
Si en un ojo no mas, que en vos es día, tienen cuantos le ven muerte y prisiones, al otro le faltara monarquía.
Aun faltan a sus rayos corazones, victorias a su ardiente valentía y al triunfo de sus luces aún naciones
Francisco de Quevedo y Villegas

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