"Se llama involución a aquel proceso mediante el cual el ser humano descendió de las regiones celestiales. A medida que se producía este descenso hacia la materia, mientras se iba alejando del fuego primordial, se cargó de cuerpos cada vez más densos, hasta el cuerpo físico. Exactamente igual que en invierno, cuando para protegernos contra el frío, nos vemos obligados a ponernos varios vestidos, desde la camiseta hasta el abrigo. Para retomar ahora el camino hacia las alturas, el ser humano debe desvestirse, simbólicamente hablando, es decir debe liberarse de todo lo que le sobrecarga. En vez de continuar sumergiéndose en toda clase de preocupaciones y actividades diversas e inútiles, debe aprender a renunciar, a desprenderse. Es la acumulación la que favorece el descenso. Cada pensamiento, sentimiento o deseo que no sea de naturaleza espiritual viene a aferrarse a él, como la escarcha sobre las ramas de los árboles en invierno. Es necesario que el sol de la primavera vuelva a brillar en nosotros para que se funda la escarcha, para que volvamos a encontrar a nuestro verdadero ser… para que nos sintamos atravesados por el soplo divino."