Ministrando según la necesidad
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El líder sabio además de necesitar una diversidad de estilos en su ministerio necesita saber cuándo es apropiado usar cada uno de estos estilos |
Texto Bíblico base: Génesis 32.24-25
Con un simple ejercicio podremos ver la importancia de un principio que respalda la exhortación de Pablo. Solamente con reacomodar las palabras, el versículo podría leerse de la siguiente forma: «También os rogamos, hermanos, que alentéis a los ociosos, que sostengáis a los de poco ánimo, que amonestéis a los débiles, que seáis pacientes para con todos.»
«¡Momento —me dice usted —, esto no puede ser! Jamás se nos podría exhortar a que alentemos a los ociosos, y mucho menos a que amonestemos a los débiles.» Al contrario, lo que necesita el ocioso es que se le exhorte con firmeza. Justamente su tendencia a ser holgazán se debe a que no han sido lo suficiente firmes con él. «¿Y qué me dice del débil? —insiste usted— Si yo lo amonesto, voy a terminar de destruirlo. Lo que necesita, más bien, es que se le pongan al lado y le ayuden en su momento de debilidad, para que pueda salir adelante.» De igual manera, el de poco ánimo necesita que le hablen palabras de aliento para que recupere su esperanza y se ponga una vez más en marcha.
¡Y tiene usted razón! Precisamente en su observación está el principio que Pablo deja entrever en esta serie de instrucciones. El líder sabio debe tener discernimiento para entender la realidad de las personas que está atendiendo. Usar el «método» correcto con la persona equivocada no produciría los cambios deseados. Al contrario, produciría más problemas en lugar de ayudar a una solución.
De manera que el líder sabio necesita no solamente una diversidad de estilos en su ministerio, también necesita saber cuándo es apropiado usar cada uno de estos estilos. En este desafío encontramos un problema que frecuentemente enfrentamos como líderes. La mayoría de nosotros tenemos un estilo predominante ministerial, y lo usamos indiscriminadamente con todos. Pero las personas no son todas iguales, y por eso debemos modificar nuestro estilo para ser lo más eficaces posible en cada uno de las situaciones que nos toca ministrar.
Para pensar: ¿Cuál es el estilo con el cual se siente más cómodo usted? ¿En que situaciones le da mejores resultados este estilo? ¿En que situaciones no ha visto mucho fruto con este estilo? ¿Qué estilos necesitaría incorporar a su ministerio para poder atender mejor a las personas que Dios ha puesto en su vida? ¿Cómo puede hacer esto?
Fanny
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