Un joven empleado salió de su oficina al oscurecer y vio un tumulto en la calle. Al acercarse observó un caballo desbocado y una muchacha enloquecida, puesta en pie sobre, un carro, tratando de alcanzar las riendas. La gente corría por todas partes para no ser atropellada; pero cuando el joven llegó más cerca se dio cuenta de que la joven en peligro era aquella a quien él, unas pocas semanas antes, había prometido tomar como compañera de su vida, y sin pensarlo un instante corrió hacia el caballo tratando de contenerles.
El animal estaba tan enfurecido que lo llevó de un lado a otro, pero él no desistió. Estaba tratando de salvar a la persona que más amaba y ello le daba fuerza. Finalmente logró contener el caballo, pero este en un brinco supremo hizo caer el carro sobre él. Le levantaron sangrando por la boca, oídos y la nariz.
La joven salvada se hallaba a su lado en el hospital, arrodillada al pie de la cama mirando con ternura la cabeza vendada del moribundo, cuando éste le dijo con voz débil:
-Mildred, ¿no es verdad que te he amado?
Yo veo a Dios desde el Calvario, en la persona de Cristo enviado para salvarme, mirarme con ojos doloridos y llenos de compasión decirme:
No es verdad que te he amo?
La Cruz del Calvario es la más grande expresión del amor de Dios al pecador.