Meditando en estas palabras que están en
Jeremías (29:11), pude observar algo que a través de tantas veces que leí
este pasaje no me di cuenta, y es que el Señor no dice que nos va a dar lo que
queremos sino aquello que esperamos.
Al detenerme un instante a observar en la gente,
pude observar que las personas quieren una cosa pero esperan otra, es decir,
quieren un buen empleo, pero si ocurre algún problema en su trabajo, esperan ser
despedidos primero; quieren tener una buena casa, pero esperan poder salir del
alquiler aunque sea a una modesta vivienda de madera sin comodidades; quieren un
buen vehículo, pero esperan poder arreglar bien su bicicleta. Los jóvenes
quieren tener una buena carrera pero esperan que los tomen a trabajar como
empleados de algún autoservicio; y nosotros queremos crecimiento en nuestra
iglesia y comodidad económica para realizar las metas, pero esperamos poder
hacer algún trabajito para tener el dinero necesario para el alquiler del local
del templo.
Y al final sucede lo que esperamos. Es que la
promesa es que El nos dará: EL BIEN QUE ESPERAMOS, ya que lo que esperamos
genera fe, ya sea positiva o negativa, y la fe es una fuerza que se desata en lo
espiritual pero nos lleva a alcanzar lo que esperamos, NO LO QUE QUEREMOS.
Eso se convierte en un gran problema cuando nuestra
esperanza no está de acuerdo a nuestro deseo, pues se desatará sobre nosotros
nuestra esperanza. Pude probar esto cuando hace algunos días estaba deseoso de
poder comprar un sistema de audio nuevo para la iglesia, y hablé con algunos
hermanos dentro de la iglesia para que nos prestaran una cierta cantidad de
dinero. Cuando lo obtuve hablé con el que nos lo ofreció y ya estaba todo casi
listo, entonces me llama el proveedor para decirme que se habían equivocado al
pasarnos el precio y que era el doble de lo que me habían dicho... Mi primer
reacción fue enojarme, pues "hombre es aquel que jurando en daño propio no se
vuelve atrás", pero luego pensé: Voy a poner en práctica lo que vi en la
escritura, y comencé a darle gracias a Dios por el dinero que faltaba diciendo:
SEÑOR, LO ESTOY ESPERANDO!
Y comencé a esperar como quien espera una
encomienda que sabe con seguridad que llegará, y para mi sorpresa, en tan sólo
tres días, vino un hermano a decirme: "pastor, hace tiempo que tengo este
pensamiento y no lo puedo quitar de mí y no creo que sea el diablo...", y me
sembró exactamente el dinero que faltaba para el sistema de audio… Comencé a
saltar de alegría y a decirle a todo el mundo: ¡FUNCIONA, FUNCIONA! Recibí lo
que estaba esperando…
Hace tiempo Dios puso un sueño en mi corazón: la
construcción de un templo con capacidad para 4000 personas, con universidad,
escuela de arte y oficio y dependencias. Alguien se acercó para decirme que lo
primero que Dios me enviaría para el proyecto era un millón de dólares… pensé:
"es una locura", pero luego de lo que ocurrió… comencé a esperarlo ya que el que
lo prometió es fiel.
Y tu... ¿QUE ESTÁS ESPERANDO? PORQUE EL TE DARÁ
SOLO… LO QUE ESPERAS
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