¡NO DEJES DE INSISTIR!
“Les proponía una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no
desfallecer, diciendo: En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni
respetaba a los hombres. También había en aquella ciudad una viuda, que acudía a
él diciendo: Hazme justicia ante mi adversario. Y durante mucho tiempo no
quería. Sin embargo al final se dijo a sí mismo: aunque no temo a Dios ni
respeto a los hombres, ya que esta viuda está molestándome, le haré justicia,
para que no siga viniendo a importunarme. Concluyó el Señor: Prestad atención a
lo que dice el juez injusto. ¿Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos que
claman a El día y noche, y les hará esperar? Os aseguro que les hará justicia
sin tardanza. ¿Pero cuando venga el Hijo del Hombre, acaso encontrará fe sobre
la tierra?” (San Lucas 18:1-8).
Insistir es igual a “instar reiteradamente.
Persistir o mantenerse firme en una cosa. Repetir o hacer hincapié en algo”
(WordReference.com). Muchas personas que han logrado el éxito lo deben en gran
parte a la tenacidad que tuvieron para mantenerse en pie de lucha cuando era más
fácil rendirse o dejarse llevar por la corriente. En lo personal me gusta mucho
esta parábola que hace Jesucristo cuando estuvo aquí en la tierra. Me admira
Jesús porque tenía un estilo único, con gracia, sutilidad, elegancia y veracidad
entre muchas otras cosas. Con toda su sabiduría y sencillez, siempre fue
profundo utilizando ejemplos prácticos que la gente pudiera asimilar y aplicar a
su vida diaria sin muchas complicaciones. Él sabía muy bien que la gente
recuerda con más exactitud lo que puede asimilar con ejemplos concretos que con
muchas palabrerías.
Hoy deseo concentrarme en la necesidad de no
desfallecer. Muchas veces nos debilitamos, decaemos y suceden cosas que agravan
nuestro interior haciendo o produciendo en nosotros el deseo de flaquear. Pero
lo que marca la diferencia, hace el cambio y divide a algunos del “montón”, es
precisamente ese margen de insistir o escoger la decisión de abandonar. Creo que
así como la viuda que ilustra esta parábola, habemos muchas personas. La clave
es no dejarse llevar por las circunstancias, no permitir que ellas nos cambien,
sino que nosotros las cambiemos a ellas. Aquella viuda solo pedía algo, ella
quería justicia. ¡Cuántas veces hemos sentido que la justicia no nos llega! Es
entonces cuando nos desesperanzamos, pero aquella mujer era determinada, por
ende seguía insistiendo. Porque lo que Jesús quería mostrar era que ella tenía
la convicción de que si persistía, lograría resultados.
Hay personas que al primer o segundo intento,
desisten, abandonan, fracasan. Pero quien aspira al éxito y a la excelencia;
quien busca resultados óptimos, sabe que hay que seguir intentando. Procederé a
relatarles brevemente una experiencia que tuve hace algún tiempo. Por dos
ocasiones en situaciones diferentes le pedí a una persona que consideré un
siervo de Dios que me ayudará a orar por una petición que tengo delante de Dios.
Una petición que es importante, una petición de la cual el Señor en sinnúmero de
ocasiones me ha dicho que confíe y espere porque en su tiempo será contestada.
Yo no digo que aquel hombre no haya sido un siervo de Dios, tampoco digo que sus
intenciones no eran buenas. Pero hay momentos en que si nos desenfocamos de
nuestra mirada en el Señor, las personas nos pueden confundir seriamente. Porque
en esos momentos en que nos desesperamos, podemos actuar con una ligereza de la
cual, si no estamos pendientes nos puede servir de piedra de tropiezo.
La segunda vez que le pedí a esta persona que
orará con ese propósito por mí, me dijo, que tal vez, yo debía dejar que esa
petición muriera. Dijo otras cosas más, pero en resumidas cuentas el punto era
ese. Fue entonces cuando me sentí en una confusión profunda, en verdad mi
corazón se entristeció porque dije: “Señor si tú sabes que esto ha sido y es
importante para mí. Si tú me has hablado de que esa petición está en tú
presencia. Este hombre me está pidiendo algo que es como decirme que deje de
respirar. Esto no puede ser así, algo muy dentro de mí me dice que siga
insistiendo”. Recuerdo que se lo comenté a un amigo y el me dijo que así fuera
el predicador o la persona más prominente uno nunca debía dejar de insistir si
dentro de tú corazón tú sabes que Dios tiene propósito con esa petición. Ayer en
la tarde platicaba con Dios mientras estaba buscando algo en un centro
comercial. Y le decía Dios, (porque a veces la duda quiere sutilmente
introducirse para causar estragos cuando no vemos resultados),
“Señor, será que quieres que deje de orar por esa petición. Entonces
me acerqué a la sección de libros de la tienda y me llamó mucho la atención un
libro que se titulaba algo así como: No Deje de Insistir. Entonces dije: ¡Sí mi
Dios ya entendí lo que me quieres decir, está tan claro como el agua! He de
seguir insistiendo y confiando”.
Jesús dijo que aquella viuda encontró justicia,
pero más aún, quiso dejar ver con esta parábola la fidelidad de nuestro Padre
Celestial. Es desafiante e interesante cuando ante aquella multitud pregunta:
“¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche?
¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando
venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” Y con esas preguntas
contundentes dejó a su audiencia pensativa. Estoy segura que toda aquella gente
entendió lo que él quiso decirles. Y esta es la misma pregunta que continuamente
Dios nos hace.
¿Estamos confiando en él? ¿Estaremos
esperando su respuesta en su tiempo perfecto? Porque lo que sucede es que su
cronómetro y su reloj no son iguales al nuestro, pero de ninguna manera eso
significa que se ha olvidado de nuestras oraciones y deseos.
Autora: Brendaliz Avilés
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