Los graves problemas matrimoniales tienen su origen en la transgresión de los deberes de cada uno de los cónyuges. Es frecuente percibir cómo dos seres que se aman llegan al matrimonio con toda la ilusión de vivir felices, pero al poco tiempo de casados la desilusión los conduce a considerar la separación. La razón para llegar a este punto en la relación es que, ni él ni ella tenían claras las ideas referente a los deberes concernientes a cada uno de ellos.
Si a esto le añadimos una paternidad inadecuada, un carácter deformado, las malas influencias, y la carencia de una sólida orientación matrimonial, entonces, estaremos frente a una posible desintegración conyugal o cuanto menos a un atentado a la armonía familiar. Ante esto, sólo nos queda mirar a Aquel que instituyó el matrimonio y buscar la infalible enseñanza de las Sagradas Escrituras sobre el tema.
El punto de partida es aceptar que Dios es el Autor del matrimonio. Por lo tanto, sólo Él conoce todo lo referente a su buen funcionamiento. Dios les ha asignado ciertos deberes a cada uno de los cónyuges, ignorarlos o prescindir de ellos, es poner en riesgo la institución matrimonial.
El esposo tiene un rol y la mujer tiene otro, de acuerdo a la constitución física, psicológica y espiritual de cada uno de ellos. La naturaleza de él o ella no dependen de las corrientes filosóficas contemporáneas o teorías psicológicas del momento, sino de Su diseñador que es Dios. Dicho esto, pasemos a considerar los deberes primordiales del esposo, según lo describe la Palabra de Dios.
1. Lidera el Hogar - 1 Corintios 11:3. – Efesios 5:23. – 1 Timoteo 2:12.
Cuando un hombre acusa a su esposa de pretender asumir el liderazgo en la familia, siempre será porque el varón no está cumpliendo el deber de liderar el hogar. Todo grupo humano que logra triunfos y victorias tiene un líder que va delante de ellos, y la familia no es la excepción, también necesita de liderazgo y es al eposo a quién le compete esta noble misión. Cuando la mujer percibe que su familia está a la deriva, será tentada a usurpar el liderazgo del esposo, pero la verdad es que toda mujer desea ser liderada por su esposo. Cuando así sucede, ella se llena de “orgullo”, se siente segura y confiada.
El liderazgo del esposo debe ser ejercido en tres aspectos esenciales: 1) A nivel físico. Siendo el protector de la esposa y de los hijos ante eventualidades que pongan en riesgo la salud e integridad de su familia. Un esposo líder, jamás permitirá que su esposa e hijos sean víctimas de maltratos o agresiones de nadie, siempre estará alerta para proteger a los seres que más ama. 2) A nivel emocional. Apoyando cada vez que su esposa o familia tengan que atravesar experiencias traumáticas. Puede ser la pérdida de un ser querido, el diagnóstico de una enfermedad, etc., ante tales circunstancias, es imprescindible la presencia confortante del esposo. 3) A nivel espiritual. Guiando a la familia por el camino del bien, inculcando valores y principios espirituales, morales, éticos y de conducta. Esta es una tarea ineludible para el esposo.
2. Amar a su Esposa – Efesios 5:25-30. – Colosenses 3:19. – 1 Pedro 3:1.
Parece absurdo considerar este deber del esposo. Lo soprendente es que Dios jamás le pide a la esposa que ame al esposo, y es que no hace falta decirle esto a una mujer. Su corazón femenino y tierno le permite amar espontáneamente como una expresión inherente a su naturaleza. No es así con el varón. Su rudeza e insensiblidad le dificultan expresar amor y afecto. No quiere decir que no ame, sucede que le cuesta expresarlo o manifestarlo. Es ahí donde Dios le impone al esposo que ame a su esposa. Este es un mandato imperativo, no una sugerencia.
El amor a la esposa siempre deberá contener expresiones concretas y tangibles. No basta decirle a la esposa, “te amo”, “tú sabes que te amo” o “por amor me casé contigo”. El amor del esposo hacia la esposa deberá incluir caracteres que evidencien o respalden con hechos lo expresado en palabras. No hay otra forma más eficaz para aseverarle a una esposa el amor de su esposo. El esposo sensato, sabrá amar a su esposa con sacrificio, será cortés y considerado con ella, siempre será generoso y amable. Siento decirlo, pero si el esposo no lo hace, alguien lo hará por él. Así es cómo empiezan las infidelidades y el adulterio, porque no faltó otro hombre atento y amable que logró perturbar las emociones de una mujer carente de amor y afecto de su esposo. Toda esposa necesita ser amada con amor expresivo.
3. Proveer al Hogar - Génesis 2:15. – 1 Timoteo 5:8. ; Salmos 128:1-6.
El hombre está diseñado para ser el proveedor y sustentador de la familia. Esto es aceptado en todas las culturas como algo natural, y así fue el plan original de Dios. No obstante, hoy en día las esposas también son profesionales o hacen empresa y ambos trabajan para el sustento del hogar, lo cual no implica que todas las necesidades son satisfechas. El trabajo genera recursos financieros o materiales, pero no suministra todas las necesidades existentes en una familia, y hay necesidades que la mujer no podrá suplir como sí lo puede y le corresponde al esposo.
En principio, aunque la esposa trabaje y perciba un salario, el esposo siempre deberá ser el principal proveedor a las necesidades materiales del hogar. Por otro lado, es deber del esposo proveer de seguridad y estabilidad emocional a la familia. La paz, la quietud y tranquilidad en el seno familiar es el anhelo de toda familia y el esposo deberá procurar proveer esta aguda necesidad de manera constante. Muchas esposas -y aún hijos- lamentan el clima hostil, tenso e inadecuado que viven en el hogar, y sin que nadie haga algo para remediar esta situación, siendo a veces el mismo esposo el que genera todo este malestar por su prepotencia o por su vida licenciosa o disipada, convirtiéndose en una carga para la familia, lejos de contribuir a la paz y a la armonía familiar.
4. Cumplimiento Conyugal - 1 Corintios 7:3-5. – 1 Tesalonicenses 4:2-5. – Hebreos 13:4.
No podemos dejar de tocar el aspecto sexual en cuanto a los deberes del esposo se refiere. En un mundo sexualizado y que gira en torno a la sensualidad, hoy existen hombres entregados al placer y al erotismo, pero más lamentable aún es que sus deleites y placeres estén vinculados a relaciones extra maritales, siendo desleales a su esposa, madre de sus hijos y compañera de la vida. Así es cómo incumplen el deber conyugal, mancillando el lecho matrimonial y siendo los responsables directos por el que incontables mujeres, fieles a sus esposos, terminen siendo infectadas con enfermedades de transmisión sexual en su propia casa.
Otro es el caso de hombres que abandonan el hogar por supuestas mejores condiciones de vida, o mejoras salariales. Viajan lejos olvidando que el matrimonio también significa unidad física. Estando el hombre solo, y la mujer sola es improbable que se mantengan sin actividad sexual por mucho tiempo, y no pocos cónyuges han arruinado su vida personal, matrimonial y familiar. La desatención por parte del esposo en el área sexual, expone también a la esposa a las tentaciones sensuales y a una posible infidelidad. Por ello, cuán importante es para los casados prestar atención a la enseñanza bíblica de “cumplir recíprocamente el deber conyugal”, tal como lo refiere el gran apóstol San Pablo en el capítulo 7 de su primera epístola a los corintios