"Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha".
Efesios 5: 25-27
Se cuenta que un célebre duque de Halifax, se quería casar con la hija de un zapatero rico, quién había ordenado en su testamento que su ella se tenía que casar con un hombre del mismo oficio.
Enamorado de la joven, el heredero de Halifax, se sometió a hacer el aprendizaje de zapatero por siete años para ganar el derecho a casarse con la elegida de su corazón y hacerla así la compañera de su vida.
Mas admirable que esta historia es la del Hijo de Dios, el heredero celestial, quien para ganar, no una esposa rica y hermosa, sino corazones desprovistos de todo mérito y virtud, se despojó de su propia gloria y se convirtió en un "Hijo de Hombre"; para conquistar con Su sacrificio los corazones de aquellos que amó hasta la muerte; y muerte de cruz.
¡Respondamos a Su amor con la misma intensidad, dando de ese amor a nuestra esposa, esposo e hijos!. Estemos seguros que Dios nos dará aún más cada día.