¡UNA SEMANA LLENA DE GOZO!
"Porque el gozo del Señor es vuestra fuerza". Nehemías 8: 10b
¿Sabía usted que la gratitud es el terreno fértil donde crece el gozo que nos llena de fuerza para enfrentar las obligaciones que tenemos cotidianamente? ¡Cuántas veces nos sentimos debilitados y necesitamos la fuerza que produce el gozo que nace en un corazón agradecido!.
El corazón se llena de gozo a medida que surge ese estado de conciencia de que la vida divina que brota de nuestro interior fue puesta allí por un Dios lleno de amor y misericordia, y cuando comenzamos a reconocer todo lo que Dios ha hecho por nosotros automáticamente brota la gratitud que nos produce gozo, el cual a su vez, nos llena de vitalidad y energía.
En este momento, cada célula de nuestro cuerpo comienza a sentir la vibración del poder sanador que trae la alegría divina producida por un corazón agradecido, sentimos que la felicidad comienza a surgir a borbotones de lo más profundo de nuestro ser entonces surge el canto de alabanza y ese canto nos trae el mensaje de fortaleza, de esperanza, de entusiasmo. ¿Se dio cuenta de que cuando reconocemos lo que Dios nos ha dado, lo que Dios ha hecho por nosotros, las preocupaciones de ayer, aun las que se nos presenten hoy de pronto se desvanecen y quedan reducidas a nada?
¡Porque sabemos que ese Dios que nos dio tanto ayer, antes de ayer y el año pasado también hoy contestará nuestras plegarias, nos dará el gozo de Su presencia, la bendición de Su fortaleza y nos dará las ganas de vivir y enfrentar todo lo que tenemos por delante!.
Sí, querida amiga/o, el gozo de Dios surge dentro de una persona que tiene gratitud, que reconoce que Dios es la fuente de su fortaleza pero no se detiene allí, cuando esa fuente comienza a surgir llega hasta todos los que nos rodean en el mundo en el cual vivimos, trabajamos y estudiamos afectándolos con el gozo y la fortaleza interior que fluye de nuestro ser. Sí, y al compartirlo con todos mediante una sonrisa, mediante un saludo, una demostración de afecto, un acto de bondad, una palabra de consuelo, ese gozo va transmitiéndose. No se detiene con la persona con quien usted lo comparte, sino que sigue como un río, como un arroyo, como un manantial que brota y corre, y nada lo puede detener, ¡porque es el amor de Dios en nosotros!
Graciela.