Descubre tus dones!
Por Rick Warren
Dios merece lo mejor de ti. Él nos formó con un propósito y espera que
explotes al máximo lo que te ha dado. Él no quiere que envidies ni te
preocupes de las habilidades que no posees, sino que te enfoques y uses
los talentos que te ha dado.
Cuando intentas servir a Dios de maneras para las que no estás formado,
es como meter un cubo a la fuerza dentro de un círculo, es frustrante y
produce resultados limitados. También es una pérdida de tu tiempo, de
tu talento y de tu energía.
La mejor manera de vivir tu vida es sirviendo a Dios de acuerdo a tu
forma, para lo cual debes descubrir tus dones, aprender a aceptarlos y
a disfrutarlos de modo que puedas desarrollarlos a su máxima expresión.
Descubre tu forma
La Biblia dice: “No actúes desconsideradamente, sino trata de encontrar
y hacer lo que sea que el Señor quiere que hagas” (Efesios 5:17, BAD).
No dejes que otro día se te vaya. Comienza a encontrar y clarificar lo
que Dios quiere que seas… y hazlo.
Comienza evaluando tus dones y recursos. Tómate un tiempo, mira
honestamente en lo que eres bueno y en lo que no lo eres. Haz una
lista. Pregúntales a otras personas su opinión sincera. Diles que estás
buscando la verdad y no cumplidos.
Los dones espirituales y las habilidades naturales son siempre
confirmados por otros. Si piensas que has sido dotado para ser maestro
o cantante, y otra persona no está de acuerdo contigo, ¿qué crees? Si
quieres saber si tienes el don de liderazgo, ¡pues mira sobre tus
hombros! Si nadie te sigue, no eres un líder.
Haz preguntas como estas: ¿Dónde he visto frutos en mi vida que otras
personas puedan confirmarlos? ¿En qué he visto que soy exitoso?
La evaluación de tus dones espirituales y los inventarios de tus
habilidades pueden tener valor, pero son limitados en su utilidad. En
primer lugar, están estandarizadas de manera que no cuentan dentro de
tu singularidad. Segundo, no hay definición de los dones espirituales
enlistados en la Biblia; de manera que cualquier definición es
arbitraria y representa casi siempre un prejuicio denominacional.
“Por cuanto nosotros mismos hemos sido moldeados en todas estas partes,
excelentemente formadas (...) sigamos adelante y seamos aquello para lo
que fuimos creados” (Romanos 12:5, PAR).
La mejor manera de descubrir tus dones y habilidades es experimentando
en las diferentes áreas de servicio. Yo pude haber tomado cientos de
exámenes para determinar mis dones y habilidades cuando era joven, y
nunca haber descubierto que recibí el don de la enseñanza ¡porque nunca
enseñé! Sucedió solo después de que comencé a aceptar oportunidades
para hablar que vi más resultados, recibí confirmación de otros, y me
di cuenta de que “¡Dios me había dotado para que hiciera eso!”
Muchos libros llegan a descubrir este proceso al revés. Enseñan:
“Descubre tu don espiritual para que conozcas qué ministerio se supone
que tienes”.
Realmente esto opera de manera opuesta. Comienza sirviendo, experimenta
en diferentes ministerios y descubrirás tus dones. Hasta que realmente
no te involucres en el servicio, no sabrás para qué eres bueno.
Tienes docenas de habilidades y dones escondidos que no sabes que los
tienes, porque nunca los has puesto a prueba. Así que te exhorto a que
hagas cosas que nunca antes has hecho. No importa cuán viejo seas, te
insto a que no dejes de experimentar.
He conocido muchas personas que han descubierto talentos escondidos a
sus setenta y ochenta años. Conocí a una corredora de noventa años que
ganó una carrera de diez kilómetros, sin descubrir que disfrutaba
correr ¡hasta que llegó a los setenta y ochos años de edad!
No trates de encontrar tus dones antes de enrolarte a servir en algo.
Simplemente, empieza a servir ya. Descubre tus dones involucrándote en
el ministerio.
Intenta enseñar, dirigir, organizar, tocar un instrumento o trabajar
con los jóvenes. Hasta que realmente no te involucres en el servicio,
no sabrás para qué eres bueno. Si no funciona, llámalo “experimento”,
no fracaso.
Eventualmente descubrirás para qué eres bueno. Considera las
oportunidades y la personalidad. Pablo aconsejó: “Haz una exploración
cuidadosa de quién eres y el trabajo que estás haciendo para que
entonces te sumerjas en él” (Gálatas 6:4b, PAR). Otra vez, esto ayuda a
recibir retroalimentación de quienes mejor te conocen.
Pregúntate a ti mismo: ¿Qué es lo que realmente disfruto hacer? ¿Cuándo
me siento vivo completamente? ¿qué es lo que hago cuando pierdo la
noción del tiempo? ¿Me gusta la rutina o la variedad? ¿Prefiero servir
en equipo o por mí mismo? ¿Soy introvertido o extrovertido? ¿Soy más
pensador que perceptivo? ¿En qué disfruto más, compitiendo o cooperando?
Examina tus antecedentes y extrae las lecciones que aprendiste. Revisa
tu vida y piensa en cómo ha sido formada. Moisés les dijo a los
israelitas: “Recuerden hoy lo que han aprendido acerca del Señor a
través de sus experiencias con él” (Deuteronomio 11:2, P.
Raras veces vemos el buen propósito de Dios en el dolor, el fracaso o
la vergüenza mientras lo vivimos. Cuando Jesús le lavó los pies a
Pedro, le dijo: “Tú no sabes ahora lo que estoy haciendo, pero después
lo entenderás” (Juan 13:7). Solo en retrospectiva entendemos cómo Dios
usa los problemas para bien.
Extraer las lecciones de tus experiencias
toma tiempo, pero vale la pena!!
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