Salmo 6.2
Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen.
1. Cómo presenta a Dios sus quejas. Las expone delante de Dios. ¿A quién habría de ir con sus quejas un hijo, sino a su padre? Se queja de enfermedad corporal (v. 2): «Mis huesos se estremecen.» Sus huesos y su carne estaban, como los de Job, afectados por la enfermedad. Se queja también de turbación de ánimo (v. 3): «Mi alma también está muy turbada», lo cual le causa mayor dolor que la debilidad y dolor de sus huesos. Triste cosa es para un hombre tener doloridos a un tiempo los huesos y el alma. «Y tú, oh Yahweh, ¿hasta cuándo?» Al Dios viviente hemos de dirigirnos en tiempos como éstos, pues él es médico de cuerpos y almas, y no a los asirios ni al dios de Ecrón.
FELIZ SABADO PARA TODOS
DANIELA |