Pero Sion dijo: «Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí». Isaías 49:14
Puedes estar completamente convencido en lo más íntimo de que el Señor estará siempre a tu lado, tanto en la prosperidad como en la adversidad. En realidad, no existe momento ni circunstancia en que no disfrutemos de su dulce compañía. El Señor nos dice a cada uno: «Tus parientes pueden olvidarte, tus amigos abandonarte, pero yo no me olvidaré jamás de ti. Aun podrías negarme en un momento de debilidad, pero yo no te negaré».
Cuando Pedro negó conocer a Cristo, Jesús no le pagó con la misma moneda. El Señor no negó conocerlo. Es posible que fallemos o dudemos, pero no debemos centrarnos en esos fracasos. En vez de ello, nuestro Señor quiere que centremos nuestra atención en él.
Afortunadamente, nuestro amoroso Padre celestial no actúa igual que nosotros. Recuerdo a un amigo a quien todos admiraban por su vida consagrada a la obediencia, la oración y el estudio de la Palabra deDios . Su vida de devoción era una inspiración para muchos. Durante más de cuarenta años de servicio fiel al Señor, inspiró a centenares de personas, que conocieron su poderoso testimonio. Al final de su carrera en la vida cristiana, se comentó que había fallado. ¿Saben cuál fue la actitud de los que le conocían? Olvidaron su hermoso pasado y lo evaluaron por ese único error cometido. Lo declararon hipócrita, infiel, mentiroso, alguien que solo fingía la santidad.
Qué bueno es saber que Dios no evalúa nuestra vida según nuestra capacidad de mantenernos fieles, sino según su fidelidad y por la obra que Cristo completó en la cruz del Calvario. El Salvador sabe que tendremos caídas, pero, a pesar de ello, siempre seguiremos siendo los beneficiarios de su gracia infinita y su amor eterno. Después de la resurrección, una de las primeras cosas que Jesús hizo fue ir a donde Pedro y tranquilizarlo con su amor eterno. El plan deDios para la vida de Pedro no había cambiado. Jesús lo alentó para que no se rindiera. Una persona que vive por fe reconocerá el hecho de queDios nunca se da por vencido con ella.
Confía completamente tu vida al Señor. Él entiende tus debilidades y tu deseo de amarlo. Hazlo incluso cuando sientas que le has fallado. Él está presto a recibirte y demostrarte su amor.
Bendiciones, Ximena
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