Nuestro amigo inseparable
Leer | 2 Timoteo 4.16-18
Enero 4, 2010
Muchos de nosotros hemos experimentado tiempos de abandono justo cuando más necesitábamos el apoyo de otra persona. Pudo haber sido un cónyuge que se alejó, un compañero de trabajo que nos ignoró, o un buen amigo que parecía demasiado ocupado para ayudarnos. La vida del apóstol Pablo nos enseña cómo no desanimarnos en estas situaciones.
Recuerde que el Señor está siempre con nosotros. Cuando confiamos en Jesús como nuestro Salvador personal, entramos en una relación permanente con Él, y su Espíritu viene a vivir en nosotros. A través del Espíritu Santo, Jesús permanece con nosotros en todo momento, sin importar las circunstancias. Él es nuestro amigo, uno que nunca nos dejará. Y su amistad es lo más importante que tenemos. La lectura de la Biblia nos ayudará a recordar esto.
Busque ayuda en el poder de Dios. A través del Espíritu Santo, tenemos acceso a su divino poder cada minuto del día. Si renunciamos a tener el control, y dependemos del Señor, podremos acogernos a su fortaleza. Por tanto, si la familia o los amigos nos hieren, su presencia nos confortará y nos ayudará a perdonarles.
Espere con confianza el auxilio divino. Pablo testificó que el Señor lo había ayudado, y que seguiría socorriéndolo en cualquier situación dolorosa. Sabía que podía siempre confiar en Dios.
Pablo enfrentó muchas situaciones dolorosas sin la ayuda de sus amigos. Hacia el final de sus días, aquellos que se preocupaban por él estaban muy dispersos. Sin embargo, mantuvo una actitud de confianza, porque Cristo era su amigo inseparable. ¿Conoce usted al Salvador? ¿Está usted consciente de su presencia en su vida cada día?