A mi hijo
Hijo mío, hace poco abriendo el libro de mis recuerdos,
encontré una carta que para ti escribí, antes de conocerte,
antes de hacer realidad mi sueño de adolescente.
En aquel entonces te materialicé para escribirte estos deseos,
y hoy que estás conmigo, no he dudado en volver a escribirte.
Cuando pensé en ti, sembré un árbol con la intención de que
juntos nos cobijáramos bajo su sombra refrescante
y platicáramos sobre tus triunfos y derrotas.
Cuídate del mañana, está lleno de promesas.
Aún cuando se afirme que el mañana no existe y que solo
es fantasía, a pesar de todo, siempre habrá un mañana en tu
vida y probablemente esté lleno de engaños, de mentiras,
falsedades, intrigas, maldades, desengaños y traiciones.
Mientras tanto, disfruta de tu presente, de tu mundo de
inocencia y candor.
Si el creador te permite crecer, entenderás la diferencia
entre lo bueno y lo malo, entonces comprenderás
los errores de mi vida.
Da gracias a Dios, porque cada día te permite arrancar
una hoja al calendario de tu vida, esto fortalecerá tu espíritu
y estarás en comunión con EL. Nunca acuses, ni señales al azar.
Practica exámenes de conciencia, así, tendrás menos
posibilidades de castigar a inocentes o de liberar a
los culpables.
Cuando alguien deposité en ti una semilla, abrígala,
aliméntala, dale calor.
De esa forma, quien en tu ser la haya depositado, estará
seguro de cosechar lo que sembró.
Además pequeño mío, no defraudes a los tuyos
para que no te sientas defraudado.
Recuerda que la gratitud, el respeto, el cariño,
la nobleza, la sencillez y la humildad, son los valores
más sagrados que todo hombre debe conservar.
Escucha la voz de la experiencia, muchos tendrán algo
que contarte, esto te permitirá analizar los errores
y tendrás más posibilidades de triunfar.
Hoy no eres más que un débil pajarillo. Cuidaremos
de tus alas, para que cuando surques el horizonte
de la vida, ninguna tempestad borracha de aire juegue contigo.
Algún día recorrerás el mundo y estarás preparado
para enfrentarlo, con valentía y decisión.
Así pequeño mío, cuando contemples en el cielo a los
pajarillos, cuando siempre los veas volar, recuerda
que cuando eran unos indefensos polluelitos, sus padres
los enseñaron a volar…
Cariñosamente, tu padre, tu amigo, tu... todo.
Autor desconocido
Yo solo lo escuché en mi infancia y lo grabé en mi mente