Dios: ¡Yo Quiero Ser Tu Regalo!
Señor:
Tú naciste un día en un pesebre, pero también un día naciste en mi corazón. Por eso cada día y cada cosa que pasa tiene sentido para mí, porque aunque a veces no logro entender tanto amor que no merecía, puede mi alma comprender lo mucho que te necesitaba. Tú eres mi mayor regalo, mi mejor bendición. Y día a día, aún en medio de las dificultades que pueda tener, intento ser un regalo para ti. Una ofrenda de olor grato que recibas con agrado. Un obsequio que te sorprenda y te complazca. Aún cuando mi vasija en ocasiones se agrieta y mi alma fatigada, cansada y cargada, gime desesperada por tu presencia. Aún cuando mi vida hambrienta de tus palabras se turba por instantes, ¡YO TE AMO TANTO! Mientras otros buscan otros caminos, diferentes cosas, mi velero en medio de la mar se dirige hacia tu puerto. Tú eres la ola que me inunda, que me acaricia con su perfecta gracia, que me envuelve en tu sublime amor. Por eso es que en medio del silencio mis pensamientos se elevan a ti y en medio del bullicio busco refugiarme en tu grandiosa paz. Tú eres el lucero que me cautiva. Quiero por siempre sumergirme en las profundidades de tu corazón. Quiero por siempre vivir llena de ti. Transpirar tu aire, recibir tus palabras. Tú lo llenas todo, cada espacio y célula de mi ser te añoran. Haz que yo pueda por siempre vivir apegada a tu voluntad y rodeada de tu presencia. Quiero ser el motivo por el que siempre sonrías. Amén.
Autora: Brendaliz Avilés
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