Cae la tarde, Señor, y yo me acuerdo de ti...
Hoy me he sentido especialmente sola. El mundo se agita,
corre, sueña, baila, grita, ríe, llora, canta, hay dolor, hay alegría ...
pero nada de eso hay en mí, solo la soledad es mi compañera
y la tarde se va en un crepúsculo de suave luz... y yo, Señor,
me acuerdo de ti. Vengo ante ti, Señor, que también estás
solo, siempre esperando, y quiero ser tu compañía,
pero yo necesito la tuya, ¡cómo te necesito, Señor!
Quédate conmigo porque tu eres mi luz y sin ti estoy en tinieblas.
Quédate conmigo, Jesús, porque necesito sentir tu presencia para
no olvidarte porque ya ves con cuánta frecuencia te abandono.
Quédate , Señor, conmigo, porque se hace tarde y se vienen
las sombras, es decir, se pasa la vida, se acerca la cuenta, la
eternidad y es preciso que redoble mis días, mis esfuerzos y que
no me detenga en el camino de la oración y de dar más amor...
por eso te necesito.
En mi vida se está haciendo tarde, Señor, viene la noche,
las tentaciones, sequedades, penas y cruces... y te necesito
¡oh, mi buen Jesús!.
Quédate conmigo porque soy muy débil y necesito de tu fuerza
para no caer tantas veces.
Quédate Señor conmigo, porque deseo amarte mucho y con ese
mismo amor, amar a mis semejantes.
Quédate, quédate conmigo para no sentir mi soledad, porque
tengo frío y a veces todo me da miedo. Necesito tu presencia
para sentir el calor de tu amor y tu mirada, la caricia de tus
manos cuando lloro...tu dulce sonrisa que me da ánimo para seguir...
Quédate, Señor conmigo, porque Tu solo sabes dar amor, porque solo
Tu tienes palabras de vida eterna y nos dices que quien en
Ti cree, no muere: